XV Media Maratón de Azuqueca (2023)

Por cuarta vez he participado en la Media Maratón de Azuqueca, a la que no volvía desde la edición de 2019, pero de la que sólo me he perdido la de 2022 debido a que la pandemia provocó la suspensión de la carrera en 2020 y 2021. Por eso, poco más puedo decir de ella que no haya dicho en las crónicas de 2015, 2018 y 2019, pero algunas novedades sí he notado este año. La primera y más importante es el desdoblamiento del 10K y la Media. Antes podías hacer las dos vueltas de la media… o una vuelta (la media de la media)… o incluso hacer una, o dos, o tres vueltas, como en la edición de 2015. Ahora no. Ahora te apuntas a una o a la otra.

Cartel de la XV Media Maratón de Azuqueca

Leí por alguna red social que estaba mal medida. Nunca me ha parecido eso a mí y he participado en ella con distintos relojes gps. Siempre la he tenido por bien medida, mi única crítica en alguna ocasión fue la colocación de puntos kilométricos que no estaban en su sitio. No he percibido siquiera eso en esta edición, y la carrera me marcó exactamente 21,17K en el Watch que utiliza la combinación de gps y podómetro (es decir, que corrige con su calibración de zancada y velocidad cuando la señal del gps es deficiente).

El circuito ha sufrido también alguna modificación: se ha suprimido la primera vuelta a la pista de atletismo, y el trazado es diferente en la segunda vuelta que se alarga al inicio por los alrededores del estadio para ganarle ese kilómetro y 97 metros necesarios para compensar los 10K exactos de la primera vuelta. Además, han suavizado la subida final al estadio al eliminar el paso por el Camino de Meco y la ascensión interminable que era la calle Rafael Guijosa tomada desde la rotonda. Bien por la organización.

Como contrapartida el precio ha subido a 17 euros (en 2018 era de 10) aunque sigue ofreciendo lo mismo, que es bastante para lo que se ve en otras carreras, incluyendo una medalla conmemorativa en la que ya pone la edición. 😉

En cuanto a participación, yo tuve la sensación de que era numerosa, sin embargo las cifras de finishers han sido 288 en la media y 228 en el 10K (516 en total), por lo que los niveles de 2019, (cuando se publicitó una cifra de 636 participantes) no se han vuelto a recuperar. Aunque tampoco se han desplomado. Sigo diciendo que es una gran carrera, que es muy plana, que está muy bien organizada y que se merece muchos éxitos más.

Dicho todo esto, mi carrera no fue todo lo buena que podía haber sido. Como conté en la entrada anterior, tras el Trail del Fuego del domingo pasado, me resentí de los tendones de aquiles. Descansé toda la semana y el día anterior a la media salí a comprobar en qué estado estaban. Pude correr sin problemas 9 kilómetros, y aunque notaba cierta incomodidad, no sentí dolor en ningún momento por lo que no me planteé en ningún momento no correr. Por la tarde, incluso, me enteré de que un compañero del Karate Olimpia, Rubén, iba a participar y quería llevar un ritmo de 5 minutos por kilómetro. Así que le dije que podríamos perfectamente correr juntos.

El día de la carrera amaneció soleado y perfecto para correr. Ya desde hace unos años la carrera es a las 9:30 por lo que aunque hace calor, la mayoría de los participantes han terminado antes de que se meta el calorazo del medio día. Me encontré con mi compañero de curro Diego que, como siempre, vino a animar y junto a Rubén tomamos la salida. Una salida que se retrasó algunos minutos por motivos de seguridad.

El primer kilómetro se nos fue un poco de tiempo y lo recuperamos en los dos siguientes, a partir del km 3 ya llevábamos ritmo de crucero clavando los 5’/km. El aquiles de la pierna derecha se hacía notar, pero pensé que según pasaran los kilómetros se iría calentando y desaparecerían las molestias.

No fue así.

Sin embargo, los kilómetros continuaban sucediéndose al ritmo previsto sin mucho esfuerzo. Pasamos por el km 10 en 50 minutos y al salir del estadio ya noto que la molestia del pie derecho va en aumento y que voy pisando mal para evitar sobrecargar el tendón. Los km 11 y 12 ya los hago en algo más de 5 minutos. Me sabe mal porque Rubén confía en mí para mantener el ritmo y yo ya sé que no, que tengo que aflojar, así que le digo que se enganche a una chica con la que hemos coincidido y que nos ha dicho que tiene intención de terminar en 1h45m. Se van juntos y yo levanto el pie del acelerador. Poco a poco me pongo a 5:30 donde troto a duras penas. Poco después del km 16 me encuentro con Diego, que me anima, y le digo que voy reventado. Cuando llego al 17, me cruzo en un tramo con los corredores que van por delante y veo que la chica con la que se fue Rubén ya va sola. Empiezo a mirar a lo lejos para localizarle y le veo girando por la Plaza de la Constitución, le alcanzo y me dice que ha petado. Que no puede más. Que tampoco le quedan geles para recuperar energía. Le digo que se enganche a mí, que voy lento, pero que llegamos. Insiste en que no, que va muy mal. Yo, por mi parte, a esas alturas de la carrera ya sé que no voy a bajar de 1:45, que era el objetivo, y que me da igual llegar en 1:48 que en 1:55, por lo que me quedo con él para que, por lo menos, no abandone.

Y ese fue mi final de carrera, ir desde el kilómetro 18 pegando voces a Rubén para que no tirara la toalla y empezase a caminar o abandonara la carrera. Bajamos radicalmente el ritmo, casi hasta acariciar los 7’/km en los dos últimos kilómetros. Pero no abandonó y así llegamos hasta el estadio, él con su pájara y yo con mi aquiles, donde pisé por fin la línea de meta con un tiempo oficial de 1:53:46. Siete segundos después lo hacía Rubén.

Para ser su primera media maratón yo sinceramente creo que lo ha hecho muy bien. Ha bajado de 1:55 y supongo que habrá aprendido un montón acerca de cómo se comporta su cuerpo cuando llega la fatiga y en qué estado de forma hay que afrontar carreras de larga distancia como un medio maratón que, sin llegar a ser tan sufridas como un maratón, sí que se necesita una pequeña estrategia y la fuerza mental suficiente para llevarla a cabo.

Muy contento por haber podido ayudarle, nos juntamos con Diego en la meta, dejamos a Rubén ir a reunirse con su familia y Dieguito y yo nos tomamos una cerveza fresquita de la barra que había montado la organización: pensando en nuestros próximos proyectos y contándonos un poco nuestras vidas ahora que ya no trabajamos en el mismo centro.

Y aquí tenía que terminar la crónica, pero el esfuerzo ha pasado factura y el aquiles se la ha cobrado. Al día siguiente me levanté cojo y así, con una tendinitis terrible he estado toda la semana. En el momento en el que estoy escribiendo esto han pasado ya cinco días y todavía me molesta el tendón al andar. Este fin de semana no correré, y veremos qué pasa el fin de semana que viene porque el 21 de mayo estoy apuntado a la carrera Liberty.

XLII Trofeo José Cano – Canillejas (2022)

Después de cinco años (pandemia de por medio) he vuelto a correr en casa, en la carrera de mi barrio, la que más veces me ha visto en su línea de salida (11 participaciones desde 2001, si no llevo mal la cuenta). Tiempo suficiente para comprobar si algo ha cambiado o todo continúa tal y como lo dejé en 2017.

A grandes rasgos, todo sigue igual. El circuito es el mismo, el precio es el mismo (13 euros, aunque los gastos de gestión han bajado a 0,60 euros), los kilómetros siguen igual de bien marcados, la bolsa del corredor es prácticamente idéntica y la falta de agua en meta también. La camiseta me ha gustado más, eso sí. De hecho, mucha gente compite con ella puesta.

La participación compruebo que sigue bajando. En mi última participación entramos en meta 2384 corredores y en esta edición el número de finishers según sportmaniacs.com es de tan solo 1452 atletas. Eso son 900 personas menos en cinco años. Imagino que algo tendrá que ver el pinchazo de la burbuja del running que tanto se comenta. El caso es que en la salida se notaba la menor participación: había hueco suficiente para todos y se podía llevar un buen ritmo desde el inicio, sin las apreturas de hace años. Me alegro por mí, que no me gusta sentirme atrapado en una marea humana, pero no tanto por los organizadores.

Quizá este descenso continuo de participación sea la causa de que este año también se haya celebrado un 5K, aunque apenas ha atraído a 250 corredores. De todas maneras, queda claro que no es por un afán de conseguir una foto de la salida con más gente a toda costa que el organizador vaya buscando, porque si no no se entendaría que esos 250 participantes salieran 40 minutos antes del 10K y desde el kilómetro 5, no desde la salida.

Por mi parte espero y deseo que la carrera popular de Canillejas nos dure muchos años a los sanblaseños (aunque diga La Razón que somos sanblasinos) y canillejeros porque es una carrera de larga tradición, muy bonita, con la dificultad que entraña su paso por el parque de Arcentales, que hay que saber gestionar y que es parte de su encanto, y con tres kilómetros finales que son una auténtica locura (fantasía, dicen ahora… en plan), picando siempre para abajo, en los que se puede meter una, dos y hasta tres marchas más.

El día nos acompañó con un sol radiante y mi carrera fue prácticamente idéntica a la de 2017 (47:25 de tiempo oficial frente a 47:30 de hace cinco años). Podía haberme esforzado más, pero los gemelos me avisaron en los últimos kilómetros para que no hiciera tonterías y hay que oír al cuerpo. Aun así, estar corriendo durante 10.000 metros por debajo de 4:45, con más de 73 kilos y midiendo lo mismo que Leo Messi (pero con 18 años más que él), me ha sabido a gloria.

Muy dabuti, recomendable. Repetiré.

I Trail Desafío del Barro (2022)

Cartel de la prueba

En mis dos últimas entradas he estado haciendo hincapié en la ilusión que me hacía correr un trail, así que visto el título de esta crónica a nadie sorprenderá que, por fin, lo haya corrido… e incluso alguno se alegrará porque así dejaré un poco de dar la vara.

Antes de ir al lío, lo que sí quiero comentar es que es una pena que hayamos dejado de escribir de carreras en nuestros blogs (cuando no directamente de escribir). Son (o eran) una fuente de información muy valiosa para la gente interesada en tal o cual prueba. A través de las vivencias de otros, podías hacerte una idea de cómo era esa competición y si te interesaba ir a correrla o no. Buscando crónicas recientes sobre trails pequeños para empezar, me ha costado mucho encontrar algo, aparte de blogs traileros enfocados a pruebas mucho más importantes que el pequeño trail que he corrido en Pereruela de Sayago y en el que he tenido la suerte de debutar.

A falta de información de otras pruebas, me decidí por el «Desafío del Barro» por varias razones: la primera, que iba a estar en Zamora durante la Semana Santa y Pereruela está muy cerquita; la segunda, que tenía una distancia corta ideal para un novato como yo; y la tercera, que me pareció tremendamente barato pagar 10 euros por un trail con comida, sorteos y camiseta incluidos, eso no se ve por las pruebas que anduve mirando en Madrid.

Una vez tomada la decisión, el proceso de inscripción fue fácil a través de la página web y la recogida de dorsales anticipada en el Decathlon de Zamora también me pareció tremendamente útil para no madrugar demasiado el día de la prueba. Un diez para la organización. La única pega que puedo ponerles es que no pusieran el recorrido en la web y tuviera que adivinar el último día, a través de comentarios, que estaba disponible en Wikiloc. Esto, señores, hay que ponerlo más fácil, para que los que quieran puedan descargarse esos datos a los relojes y seguir la ruta desde el gps.

Al hilo de esto, me encantó el comportamiento de la app WorkOutDoors para el Apple Watch: no tuve problema para subir el recorrido al Watch y el comportamiento en carrera, espectacular. No da preaviso de giro (o yo no lo sé poner), pero funcionó como la seda la navegación por mapa. Ciertamente no echo de menos el Polar, para nada. El Watch es súper preciso para mi gusto y el sensor de pulso óptico es de lo mejorcito que he probado. Vale, sí, hay que cargarlo todos los días, igual que el móvil. Te acostumbras.

Pasando a la prueba en sí, me presenté en Pereruela, el pueblo de los hornos, unos 15 minutos antes de la hora de salida, las 10. Un chico del pueblo, participante también, me vio un poco perdido entre las callejuelas y me acompañó hasta la plaza de donde salía la prueba (un 10 para la gente de Pereruela). Como me daba tiempo, me puse a curiosear un poco por los alrededores. Seríamos ciento y poco entre la gente del trail largo y del corto. Muchas Nike trail, muchas Asics trail, alguna Joma trail y también gente con zapatillas de asfalto (y hasta de no asfalto porque juraría que uno llevaba unas Nike Air Max). Pero vamos, si llegas a la salida de un trail y ves zapas de asfalto intuyes que la dificultad va a ser asumible (el reglamento indicaba unos 300 m de desnivel acumulado en 11 km).

La salida la dio el alcalde, como debe ser en cualquier pueblo que se precie, y enseguida enfilamos una senda a la salida del pueblo por la parte norte, hacia el río. Debo decir que correr en pelotón, en un terreno que no es asfalto, es complicado porque tienes poco tiempo para que tu cerebro reconozca la parte del terreno en la que vas a querer aterrizar tu pisada porque tu perspectiva no va más allá del talón de los que van delante. No vi a nadie caerse, pero toda precaución me pareció poca. Era una pena tener que mantener esa concentración porque el entorno era muy bonito y a pesar del fresco de la mañana, o precisamente por eso, el olor era intensísimo a hierbas aromáticas, como en un plato de pasta italiano: el orégano, el tomillo, aromas todos que transportaban a sitios buenos.

Dejé de olerlo pronto, no sé si por saturación de la pituitaria o porque empezamos a sufrir subiendo la primera tachuela del terreno en torno al km 2,5: la ascensión a un depósito de agua en la cumbre de una pequeña colina.

Me sorprendió la cantidad de gente que se puso a andar. Lo tomé como un aviso de lo que quedaba por venir, así que imité a mis compañeros y yo también hice lo mismo por lo que pudiera pasar. Sabía por el track que íbamos hacia el Duero, que por allí bajaríamos, y que esa bajada habría que volverla a subir. El arribe por Pereruela no es demasiado profundo, pero aun así, siendo yo nuevo en esto no quería correr riesgos.

Una vez dejamos atrás el depósito, el recorrido se puso muy corrible y aproveché para adelantar unas posiciones y hacerme un hueco, para correr holgado.

Y juro que lo habría conseguido de no haber existido el avituallamiento del kilómetro 5. Aquello fue una cosa de locos. Lo que menos me esperaba era encontrarme a las 10:30 de la mañana, en medio del campo, una mesa atendida por dos voluntarias con sandía, naranja, plátanos, agua, fanta, cocacola, hornazo, tortilla de patatas, jamón, queso, chorizo, salchichón…

Os juro que casi me da un síncope. Lo malo es que no tenía hambre, así que tomé un poco de agua, medio plátano y un trocito de hornazo para llevar mordisqueándolo en la bajada hacia el Duero y marché. Allí se quedó apalancado algún que otro compañero que animaba encima a los demás a abandonar la prueba y quedarse allí degustando el sabroso producto local. Me hubiera gustado quedarme, la verdad, pero habíamos venido a correr y con el trozo de hornazo medio atragantado continué con la carrera. Eso sí, como me habían pasado ya unos cuantos en la pausa, holgado, corría.

El terreno se puso feo de veras en la cuesta abajo, la senda apenas se veía, entre la maleza y el suelo removido por los que me habían precedido. Menos mal que no había llovido en varios días porque aquello podría haber sido un lodazal. Tuve un par de sustos por no saber dónde ibas a acabar pisando, pero las zapas (unas Nike Wildhorse 3) se portaron como jabatas a pesar de ser que tienen ya un tiempo (creo que las WH van ya por la versión 7, pero las mías tienen 500 km y cuerda para rato).

Y después de la bajada, la puñetera subida. Por suerte llevaba la gorra y los goterones de sudor caían por los lados. Allí se pusieron los fotógrafos de la prueba para, en vez de sacarnos guapos, sacarnos sufriendo como perretes… hasta con un dron nos grabaron.

Como podéis imaginar estaba disfrutando como un gorrino.

Llegados al kilometro 6 el trazado se normalizó. Un cartel indicaba el trail corto a la izquierda y el largo a la derecha, así que pensé que lo gordo había pasado y lo que me quedaba era la vuelta, que poco más o menos sería de dura como lo había sido la ida. A pesar de que el recorrido estaba muy bien señalizado, un grupo con el que coincidí se había despistado. Eran tres y aparecieron por una senda a mi derecha, me preguntaron cuanta distancia llevaba yo en el reloj y resultó que ellos llevaban un kilómetro de más. Una pena. Se veía que eran de un club porque todos vestían igual, iban muy finos, sobre todo la chica, que enseguida tiró para adelante sin esperar a sus compañeros y al final me enteré de que quedó tercera, a dos minutos de la ganadora. Vamos, que de no haberse perdido habría ganado de largo.

Los últimos kilómetros no tuvieron mucho misterio, se corrían por pistas forestales grandes, rectas, con poco desnivel y muy disfrutonas.

Al final me salieron por el reloj 10,70 kms, 300 m de desnivel y un tiempo de 1:09:58, cuatro segundos más que el tiempo oficial, y puesto 32 de 74 (28 de 45 en categoría masculina).

En meta nos dieron una botella de agua y una magdalena o un sobao, a elegir (aquí te ceban), y por obligaciones familiares me marché sin quedarme a la entrega de trofeos ni al almuerzo de dos y pingada (plato típico de la Semana Santa Zamorana) al que invitaban a todos los participantes. Una carrera de 10, una organización volcada con el corredor y que particularmente a mí me ha hecho sentir cuidado. Ha sido un placer correr en Sayago y debutar en trail. Solo me queda desearles que sean muchas ediciones más y decir que espero poder volver a correr en Pereruela… pero la próxima vez en el trail largo, que el corto me ha sabido a poco.

EDP Rock’n’Roll Madrid Maratón 2016

Aunque a veces parecía que no iba a llegar nunca, por fin llegó el acontecimiento deportivo más importante de la temporada para mí: el maratón de Madrid. Antes de hablar de mi carrera quería comentar que parece que, por fin, este año la organización ha querido enmendar todos los errores y faltas de años anteriores y tanto la entrega de dorsales como la organización del ropero antes y después de la carrera ha sido modélica. El traslado al Ifema de la Feria del Corredor, en el Campo de las Naciones, creo que ha sido un acierto porque las antiguas instalaciones de la Casa de Campo era evidente que no podían absorber la cantidad de visitantes que acuden a la feria y aún más este año en el que estábamos inscritos casi 34.000 corredores entre las tres carreras. En definitiva, todo estaba bien organizado y eso se nota. El único ‘pero’ fue que faltaba una pantalla donde comprobar el dorsal en la feria. Pero tampoco me voy a quejar demasiado por eso. A mí me encanta que las cosas funcionen y esta vez todo funcionó a la perfección.

De la carrera sólo puedo decir que estoy contento con el resultado final, pero tambié que no cumplí con mi objetivo que era bajar de las tres horas y media y, de haber sido posible, hacer mejor marca personal. Y la culpa se la echo principalmente a dos factores. El primero, mi peso. Y en eso tengo que estar con Rafa, autor del blog maratonman que le da muchísima importancia a este factor. Y, efectivamente, no se puede hacer MMP pesando 74 kilos a escasos días de la carrera teniendo en cuenta que mido apenas 170 centímetros. Si haces la cuenta en cualquier calculadora de IMC verás que estoy en lo que llaman ‘sobrepeso’. Y el entrenamiento intenso de estos últimos cuatro meses no ha sido suficiente para quitarme esos kilos de más. Ni siquiera en aquellas semanas que he llegado a correr 80-90 kms. he bajado de peso significativamente. Está claro que tenía que haber complementado el esfuerzo con una dieta más rigurosa porque 4 kilos menos en la carrera de ayer me habrían ayudado mucho.

Y el segundo de los factores me vino impuesto por la organización que decidió incluirme en el Cajón 3 en la salida y de lo que no me di cuenta en la feria (allí podría haber solicitado un cambio de cajón) sino que lo vi al llegar a casa. No entiendo cómo teniendo una marca de 2:32:26 en esa carrera en 2014 (en 2015 no corrí la maratón) la organización no lo comprueba de oficio y en lugar de ello me asigna un cajón en el que estaba la gente que salía con los globos de 4:30 y de 4:15. Que no lo digo como algo peyorativo, sino como fastidio porque mi estrategia era pegarme como una lapa al globo de 3:30 y rodar a su rueda, a 5 minutos por kilómetro, hasta el momento de meter un cambio de ritmo en el último tramo para mejorar mis tiempos; y sencillamente eso se fue a la porra porque lo que tuve que hacer fue ir esquivando genta para tratar de adelantar a todos los globos que pudiera: el de 4:30, el de 4:15, el de 4:00 y hasta el de 3:45. Pero ya en la media maratón me di cuenta de que no iba a ser posible seguir dando caña al cuerpo sin pagarlo al final tan sólo por alcanzar un globo y no poder seguir su ritmo después por estar desfondado. Así que mi planteamiento varió para tratar de mantener el ritmo que llevaba, en torno a los 4:55-5 minutos por kilómetro.

Resultados
Resultados

Pero el daño ya estaba hecho y a partir del 25 los kilómetros caían cada vez más lentos. Al principio poco a poco, pero a partir del 35 el ritmo bajó considerablemente. En el 37, al paso por Atocha, ya tenía una buena pájara que se fue haciendo más y más grande hasta el 40, y no porque recuperara las fuerzas, sino porque desde ese punto hasta la meta el trazado picaba hacia abajo y casi podía bajar rodando. Los dos últimos kilómetros a volví a recuperar un ritmo de 5’30», eso sí, dando gracias, para acabar parando el reloj en un tiempo real de 3:33:13 (tiempo oficial: 3:37:37).

Otra vez será.

Ahora, a descansar un poco y decidir cuál será el próximo objetivo maratoniano porque con 13 maratones no me puedo retirar, y no es que sea supersticioso pero tendré que buscar al menos el 14, digo yo.

XVII Trofeo Paris (2016)

El pasado 10 de enero volví a correr el Trofeo Paris que se celebra todos los años en el Parque Lineal del Manzanares. No me tocaba. El plan de maratón que he empezado a seguir el pasado día 4 no me exige tomar parte en ninguna competición, salvo un medio maratón el 28 de febrero. Así que me tocó jugar con el orden de los entrenos de la semana para desplazar la sesión de calidad del martes y sustituirla por la carrera del domingo. La parte positiva es que al estar de vacaciones no supuso complicación alguna.

¿Y todo esto por qué? Pues porque me apetecía. No corrí ninguna carrera de fin de año y además me gusta esa prueba y en esta tercera participación he vuelto a confirmar que me gusta mucho. A lo mejor es que me estoy asilvestrando porque últimamente me está encantando participar en pruebas que se hacen en zonas verdes: el Paris, el Akiles en la Casa de Campo, la Carrera de la AVT en el Parque de la Cuña Verde de O’Donnell, la Carrera del Taller en el Parque Juan Carlos I. Y al revés, me aburren todas esas pruebas que van Castellana arriba, Castellana abajo. Quizá tenga alguna vez que probar el trail, pero me da mucha pereza eso del desnivel acumulado. Me lo pensaré. Eso sí, elegí las Salomon Crossmax para esta carrera que tenía abandonadas en el fondo del armario ni sé de tiempo. De hecho están hasta descatalogadas. En general, fueron una buena opción con la de barro que había por el parque, salvo en la recta final que es una pasarela de madera que estaba empapada por la lluvia y en la que pensé que me iba a pegar la costalada padre porque resbalaba la maldita como si fuera una pista de hielo.

Es que no lo he dicho, pero hacía un día de perros. No ha llovido en Madrid en todo el invierno, pero este fin de semana ha sido de los de casa, estufa, tele y mantita. Es lo que tiene ser corretón. Cuando todos están a gustito en la cama o tomando un vermut al calor del amor en un bar, el corretón está entrenando o compitiendo. Probablemente porque podamos presumir de piernas, pero no tanto de cerebro. Lo bueno que tuvo la lluvia es que te das cuenta de que el Parque tiene un fallo enorme: no hay un sitio donde ponerse a cubierto (los olivos no fueron buena idea, lo probé). Pero bueno, la lluvia nos respetó durante buena parte de la competición (no así en los prolegómenos) y sólo al final hizo acto de presencia. Por suerte el guardarropa estaba al lado de meta y los voluntarios no tardaron nada en localizar mi bolsa en la que guardaba una camiseta seca y un chubasquero. Todo bajo control.

La carrera en sí muy bien organizada, como siempre. Participación modesta. Entrega de dorsal y camiseta (normalita) sin colas ni esperas. El recorrido, llano a dos vueltas, con indicaciones cada 500 metros (se agradece mucho ese detalle que no sé cómo no lo incorporan más organizadores) y en meta agua (1) y Aquarius (1) sin tener que esperar colas tampoco.

Sobre mi rendimiento tampoco tenía demasiadas expectativas. Había tenido un par de días antes un tirón en los isquiotibiales, a la altura dela rodilla, por detrás. Así que salí muy conservador y hacer un poco de calidad si pudiera ser. Me coloqué de la mitad para atrás en el pelotón y poco a poco fui sintiéndome bien, así que empecé a adelantar gente hasta encontrar mi lugar en el grupo. Tampoco fui de paseo, me esforcé, pero la maquinaria en la primera semana del plan de maratón todavía no está muy engrasada y al final incluso se me fueron los compañeros con los que había coincidido la mayor parte de la carrera (las maderas resbaladizas influyeron un poquito, pero sólo un poquito).

En resumen, 10 kilómetros (aunque según mi GPS le faltaban algunos metros) en 45:43 netos (46:18 tiempo oficial) a un ritmo de 4:35 por kilómetro. Buen comienzo de plan. Y todavía me quedan otras 15 semanas para mejorar.

XXXVI Trofeo José Cano – Canillejas 2015

Cartel Canillejas 2015
Cartel Canillejas 2015

El pasado domingo corrí por novena vez la carrera de mi barrio, el Trofeo José Cano o la carrera de Canillejas, como vulgarmente se la conoce. Sigo teniendo sentimientos encontrados hacia ella. Por un lado me encanta correrla: por cercanía, por tradición, porque el trazado a pesar de no ser llano es rápido y, si se sabe gestionar, pueden salir grandes marcas, de esas de que uno siente “curradas”, no del tipo: «voy a hacer marca a la “Norte-Sur” porque es cuesta abajo». Por otro lado, pienso y seguiré pensando que es una carrera demasiado cara para lo que ofrece: vale, hay avituallamiento en el km 5 y dan medalla, pero la camiseta es muy mejorable y la bolsa del corredor simplemente no existe; y este año aparte de las conocidas colas para recoger la camiseta en meta ni siquiera había botellas de agua (y no, con el Powerade solo no vale). Y todo eso por 15 eurazos… con un bonito sobrecoste de 1,30 euros si se hacía la inscripción online. Es decir: ¡1,30 euros extra por inscribirse uno mismo! Un total de 16,30 euros señores organizadores que no se pueden justificar proclamando a los cuatro vientos que correr Canillejas es como jugar en el Bernabéu porque por allí han corrido los más grandes. No lo es. Quizá lo fue hace muchos años, como la ciudad de Baden-Baden en su tiempo llegó a ser sinónimo de lujo y glamour y por sus calles se paseaban emperatrices como Eugenia de Montijo, pero hoy no la conoce ni Dios (y eso que Dios lo sabe todo). Lo siento, lo siento mucho, pero ni siquiera el patrocinio de Skechers ha conseguido impulsar la carrera. También lamento mucho la innecesaria nota de prensa de la Federación de Atletismo avisando de que la carrera había dejado de estar homologada y que ninguna marca sería reconocida. No entiendo qué sentido tiene boicotear una carrera popular en vez de ayudarla. Probablemente carreras homologadas y avaladas por la Federación en Madrid se puedan contar con los dedos de las manos y sin embargo esa misma Federación no saca notas de prensa todas las semanas para denunciar la falta de homologación de los cientos de carreras populares que se celebran en la provincia durante el año ( o los miles a nivel nacional). Supongo que detrás habrá algo que uno no alcanza a comprender: ¿codicia, grandes egos, enemistades? Quién sabe.

canillejas 2015
Cabeza de carrera

Pasemos página y vayamos a lo deportivo. Lo más destacable es que corrí esta edición acompañando a mi sobrino Moe que con 16 años quería debutar en una carrera popular. Me había tocado un dorsal en el sorteo de Ocio Runners por Twitter (gracias, chicos), así que le invité para que corriéramos los dos. Desde que hace dos años, en Zamora, no salíamos a correr juntos (por aquel entonces con poco más de seis kilómetros a 6:30 por km el pobre ya iba con la lengua fuera), así que no tenía referencia de a qué ritmo correría y me planteé llevarle simplemente a bajar de la hora. En la salida nos situamos casi atrás del todo para no molestar y los primeros kilómetros los hicimos al ritmo lento del pelotón. A partir del kilómetro tres empezamos a aumentar el ritmo y le vi responder bien. El truco de esta carrera, creo, es saber regular el tramo de cuatro kilómetros del Parque de El Paraíso y, en mi opinión lo hicimos bien. A la altura del kilómetro cinco ya vi que bajábamos de la hora sin demasiado esfuerzo. El kilómetro 6 es el más difícil pues se trata de una subida continua cuyos últimos 200 metros son aún más inclinados y tras coronarla y pisar la línea del kilómetro 7 (un diez para la señalización de cada kilómetro), Moisés se me quejó un poco de flato, pero la cuesta abajo de la calle Julián Camarillo le hizo revivir y los últimos tres kilómetros los hicimos todos por debajo de 5 minutos el kilómetro. En la recta de meta incluso se me emocionó y pegó un sprint que casi le hace dejar los higadillos tras cruzar el arco de meta.

Al final tiempo oficial de 52:58 y neto de 51:40 y la moral de mi sobrino tan por las nubes que me ha pedido que para la próxima le lleve a ritmo de sub-45 (lo que hace la edad). 😉

Crónica de la XXXIV edición del Trofeo José Cano (año 2013)

IX Media Maratón Villa de Azuqueca (2015)

Cartel Media Maratón Azuqueca
Media Maratón Azuqueca 2015

A última hora pude apuntarme para correr esta prueba en la que nunca antes había participado, pero con la que tenía una deuda pendiente con mi compañero de curro, Diego, azudense de pro y miembro del Club de Atletismo Azuqueca que es el colaborador deportivo de la carrera. Lo único que sabía de la media maratón es que era en un circuito a tres vueltas. Nunca antes había corrido a tres vueltas en ningún sitio. A mí, sinceramente, lo que me gusta de verdad son los recorridos a una vuelta; a dos he corrido algunos, pero no me fascinan; sin embargo, bien pensado, las tres vueltas suponen un reto adicional: evitar que los primeros te doblen.

El día amaneció soleado, muy soleado. A las nueve cuando recogí el dorsal sobraba la manga larga, lo que hacía prever que hacia el final de la carrera íbamos a pasarlo mal. Eché de menos la gorra y el protector solar, que se quedaron en casa (las prisas de última hora). El recorrido, que apenas se alejaba de las nuevas urbanizaciones que hay al sur del magnífico estadio desde donde se dio la salida, donde también estaba la meta y por donde se habría de pasar hasta en tres ocasiones, al menos, parecía llano.

foto estadio
Arco de salida/meta desde el graderío

En la salida nos juntamos escasamente 400 corredores, incluyendo a los que iban a dar únicamente una o dos vueltas (240 participantes llegados a meta en los 21k, según listado de clasificaciones), por tanto no iba a resultar difícil encontrar hueco para correr. Y así fue, salvo los primeros 400 metros por la pista de atletismo, se podía rodar sin agobios. Mi objetivo era doble: evitar, como dije, ser doblado y comprobar si estaba en condiciones de mantener un ritmo de 4:50 minutos/km (se supone que ése es el ritmo al que debo correr en Chicago para acabar en 3h25m).

Justo tras el primer kilómetro me encontré con Pablo, un ex-corredor del grupo Correr Te Hace Libre (ya salió en libertad), pero que ha decidido seguir en esto de la carrera a pie. Me dio mucha alegría y mucha satisfacción, porque prueba que el proyecto de Don Pablo funciona. Juntos hicimos cinco o seis kilómetros, pero yo me veía con fuerzas y tiré hacia adelante. Iba rodando en torno a 4:40 y muy fuerte. Justo antes del primer paso por el estadio está la única tachuela del recorrido, una pequeña subida que casi no se le puede ni llamar cuesta, pero imaginé que en la tercera vuelta iba a pasar factura. Lo bueno del circuito es te permitía cruzarte varias veces con gente que iba más adelantada o atrasada que tú. Saludando y animando a los conocidos y conociendo la situación tanto de la cabeza de carrera (masculina y femenina) como del último clasificado. Lo peor, los giros de 180º, sobre todo el situado al sur de la Av. Enmedio que ni siquiera aprovechaba una rotonda, sino que había que cambiar bruscamente de sentido atravesando la mediana por un paso de peatones. Quizá esa sea la explicación de que, por mi GPS, a la media maratón le faltaran metros (21,02 kms me marcó, cuando lo normal es que salgan 21,2 o incluso 21,3).

Durante la segunda vuelta aún podía mantener ritmos por debajo de 5 minutos por kilómetro pero el calor se hacía notar, tanto que pasó por mi cabeza la idea de dejarlo al paso por el estadio en el km. 14, pero pensé que si hubiese sido una prueba en línea ni se me habría ocurrido, así que decidí que aunque hubiera que sufrir había que terminar. Afortunadamente, hubo cinco puestos de avituallamiento en carrera (kms. 3, 7, 10, 14 y 17), así que lo que hacía era tomar un par de sorbos de agua y echarme el resto de la botella por la cabeza, lo suficiente para llegar al siguiente avituallamiento y repetir el proceso.

La última vuelta fue agónica con el sol en todo lo alto y hasta viento en algunos tramos. Un poco más allá del km. 15 me encontré a la cabeza de carrera que ya iba por el 20. No me iban a doblar, así que objetivo conseguido. Sin embargo el segundo objetivo se alejaba un poco más con cada kilómetro y si empecé la tercera vuelta a 5 min/km, la acabé a más de 5:20.

Al final, sprint en recta de meta recibiendo los ánimos de Diego, que había terminado su carrera en el km. 14, y parando el crono con un tiempo oficial de 1:43:53, la mejor media de la temporada, pero a un ritmo de 4:55 min/km, 5 por encima del objetivo. Queda mucho trabajo por delante para llegar en forma a Chicago. Empezando por bajar de peso, que se ha convertido en prioridad absoluta.

Tras recoger la bolsa del corredor (camiseta técnica amarilla muy bonita y con pinta de ser muy fresquita, ideal para entrenar este verano), Diego y yo esperamos a Pablo y cuando llegó nos fuimos juntos a tomar una Coronita bien fresquita, cortesía de la organización, que nos sentó de lujo. De las migas no puedo decir nada porque se repartían tras la entrega de trofeos y no tenía tiempo suficiente para quedarme a esperar.

En definitiva, una carrera modesta en participación, llana y bien organizada aunque confinada en un circuito pequeño y apartado del centro del pueblo, sin apenas animación. Lo de siempre: lo que ganas en ahorro de costes (menos policía para cortar calles, menos problemas vecinales indignados por que se paralice el tráfico) lo pierdes en personalidad y encanto de la carrera, lo que a su vez provoca que la participación no aumente porque la carrera, sinceramente, no es bonita. Un consejo para la organización: me pensaría seriamente para próximas ediciones adelantar al menos una hora la salida, las diez (en mayo) es demasiado tarde.

Pero bueno, a estas alturas de temporada quien más quien menos ya ha acabado con su objetivos de primavera y esta media es ideal, por ejemplo, para aprovechar la supercompensación del maratón y sacar una buena marca a pesar de no ser tan llana como Alcalá, por ejemplo.

Arco de salida
Foto al estilo Rafa Pérez de mis Pegasus 30, que estrené en carrera.

V Media Maratón Cervantina de Alcalá de Henares (2015): la crónica

Este domingo tocaba volver a ponerme un dorsal y encadenar la Media de Zamora con esta Media Cervantina de Alcalá de Henares. Segundo año consecutivo corriéndola y segundo año defendiendo los colores del equipo «Correr Te Hace Libre» gracias a la gentileza de Don Pablo. Pero que haya repetido tiene también que ver con la magnífica organización y sobre todo ese extraordinario circuito que, pese a ser a dos vueltas, se ha currado el Club A.J. Alkalá, organizador de la carrera.

mmcervantina2015
Cartel anunciador Media Maratón Cervantina 2015

El centro histórico de Alcalá de Henares es muy bonito, si la media maratón es capaz de sacar el mejor partido de él y si encima la altimetría indica que es casi tan llana como la palma de la mano, no se puede pedir mucho más por 15 euros. En el mundo del corredor se habla mucho de la Media de Getafe para hacer marca, pero probablemente Alcalá reuna mejores condiciones para ello (no sólo el recorrido, sino la importante limitación de dorsales que impide la masificación) y, por supuesto, el entorno le da mil vueltas (sólo baste recordar que Alcalá de Henares es Patrimonio de la Humanidad).

Puntos negros: convivir con el tráfico en algunas calles y el adoquinado de la calle Mayor que obliga a prestar mucha atención para conservar los tobillos (sobre todo en la segunda vuelta cuando uno lleva ya 20 kilómetros y anda algo cansado). Hablando de tráfico muy desagradables los bocinazos del Paseo de Pastrana, sobre todo cuando la Policía hacía lo que podía para aligerar de vez en cuando los embotellamientos y, sobre todo, el deplorable comportamiento de un energúmeno en el Paseo del Val encarándose a una agente de policía por no poder pasar y enfrentándose e insultando a los corredores cuando éstos le reprochaban su actitud. Una pena que tan magnífica ciudad tenga algunos ciudadanos así. Gente.

Respecto a mi carrera he de decir que mejor de lo esperado. Venía de arrastrarme en Zamora el pasado domingo, por lo que iba con todas las prevenciones. El día anterior salí a «soltar carbonilla» y me salieron 4 kilómetros interesantes a una media de 4:30 que me sorprendió hasta a mí.

El domingo por la mañana me acerqué a la salida en la moto a pesar de que el cielo amenazaba agua. Chispeaba cuando Pablo me entregó el dorsal. Después me di una vuelta por la zona de salida para respirar el ambiente. Paso al lado del Club Atletismo Villanueva cuando se están haciendo la foto de grupo y reconozco a un bloguero clásico de Guadalajara: «El Peñu«; me pregunto cuántas testas rebanará hoy :). Pero no me paro, queda poco tiempo y tengo que vaciar la vejiga antes de nada. Al salir del excusado ya no llueve. Se ha quedado el cielo encapotado y una temperatura fresca, no fría (a pesar de que son las 9:30 de la mañana), y un ligero viento que no llega a ser molesto. En suma, un día ideal para correr.

Me coloco al final del pelotón, no quiero molestar a nadie porque voy a salir muy prudente (léase lento). Tardo 45 segundos en pasar por el arco de salida. Poco a poco voy buscando mi hueco en el pelotón. Me vuelve a sorprender la cantidad de «cagaprisas» que salen detrás y luego van esquivando gente. Siempre pensé que eran los lentos los que se ponían delante y estorbaban, ahora también sé que hay «rapidillos» que se ponen detrás (o salen tarde) y molestan con sus adelantamientos y zigzags.

En el kilómetro 1 la calle se estrecha y hay un poco de tapón que ralentiza el ritmo que había puesto (ese embudo también podría ser mejorado por los organizadores). Adelanto un par de grupos que corren en paralelo y enseguida tengo espacio suficiente. Paso el kilómetro 5 en 26:31 a una media de 5:18. Sin embargo me encuentro fuerte, con ganas de correr más, y es que el circuito alcalaíno te hace correr aun sin tener intención de hacerlo.

Empieza la segunda parte del circuito. Voy siguiendo a grupos pero no me quedo con ninguno y al final acabo adelantándolos. Sin embargo no puedo seguir el ritmo de los que me adelantan a mí, o no me atrevo. El kilómetro 10 lo paro en 51:32: la media ha bajado a 5:09/km. La media de este parcial ha sido de 5 minutos por kilómetro, es un ritmo que me va bien y me propongo mantenerlo. Se me ha pasado el miedo de petar como en Zamora, me sigo encontrando fuerte. Evidentemente no estoy como el año pasado cuando preparaba Mapoma, pero sí que estoy para seguir a este ritmo sin dificultades.

Alcanzo el km. 15 en 1:16:18, 5:05 de media. El ritmo del parcial ha bajado a 4:57/km. Estoy yendo de menos a más, la carrera perfecta. Y voy solo, no tengo a nadie que me marque el ritmo, corriendo por sensaciones. Encaro el tramo hasta el kilómetro 20 muy contento sin embargo a partir del 18 noto que me encuentro más lentorro. Tengo gasolina (he bebido en todos los avitullamientos, poco pero he bebido), sin embargo carburo peor. La letra de una canción de Mamá «Nada más» martillea mi cabeza desde que tuiteó esta mañana un enlace al vídeo otro bloguero de casta (Pacheco, de «La República del Running«): nada más que lo mío, nada más, estoy vacío, no puedo ofrecerte nada más.

Pero a pesar del empedrado la llamada de la meta es fuerte y pico el 20 en 1:40:50 a 5:02 el kilómetro. ¡He hecho el último parcial a 4:54/km! Es curiosa esa alegría cuando el año pasado a esas alturas ya había acabado la carrera, pero bueno, esto es lo mejor de este deporte, que cualquier mejora sobre lo inmediatamente anterior te puede hacer tan feliz como si hubieras batido un record del mundo.

El kilómetro hasta la meta, el último kilómetro, es el más terrible. Sólo quieres acabar, encarar la plaza, la recta de meta aunque sabes que todavía tendrás que callejear un poco. Me he venido arriba, así que meto una marcha más a las piernas y éstas responden. Me veo corriendo rápido, a un ritmo de 4:33 me enteraría después. Los últimos 200 metros son prácticamente al sprint, no quiero que el reloj pase de 1:46:00 y finalmente lo consigo: 1:45:49, a una media de carrera de 5:01 por kilómetro. 1:45:01 en tiempo neto, a 4:59. ¡Síííí!

Me dan la bolsa con la camiseta y el avituallamiento y me encuentro eufórico. Por megafonía suena el «Uptown Funk» de Mark Ronson con Bruno Mars & The Hooligans y soy incapaz de reprimir las ganas de bailar: Don’t believe me, just watch! Hey, hey, hey, oh!

Yes, sir. Garricar is back in town!

V Carrera Proniño: la crónica

Una de las cosas más comunes que pueden ocurrir cuando vives con un niño pequeño es que el canijo se ponga malito. Mateo lleva renqueando con una gripe varias semanas, con episodios esporádicos de fiebre incluidos. Nos ha tocado ir a ver un par de veces a Juan, su pediatra, y probablemente nos quede todavía verlo otra vez antes de las vacaciones. Bueno, que me desvío, el caso es que como progenitor, y si no lo sois, cuando decidáis serlo lo sabréis; cuidas del heredero como mejor puedes, sin importarte las consecuencias. Consecuencias a las que te enfrentas con el pensamiento más lógico del mundo: niño chiquitito, bacilos chiquititos versus papá grande, anticuerpos grandes… ¡Papá gana! Error. El curso de los acontecimientos real es: niño chiquitito, bacilos cabrones, papá grande, anticuerpos «mariquitas»… ¡El nene gana!

Por eso el martes estaba como cansado, débil. Pero achacaba eso a un mal fin de semana con ingreso hospitalario de mi madre incluido. Pero no. En el momento en que apareció la tos de tuberculoso podrido ya no hubo dudas sobre el origen de todo. Y desde entonces sigo así, tosiendo como un viejo y temiendo que cada vez que voy al hospital a ver a mi madre, como está en Neumología, me confundan con un paciente a la fuga y me aten a una cama hasta que vengan las autoridades sanitarias y certifiquen que no soy un peligro para la sociedad, aunque mis compañeros de trabajo lleven una semana opinando lo contrario y pidiendo al jefe que me aislen con unos plásticos o algo.

En cualquier caso, Don Pablo me ofreció acompañarle a él y a los chicos a la Proniño del domingo y ni lo dudé porque para el domingo estaría yo ya curado, seguro. Objetivo: confirmar la buena marca de la carrera Liberty y si era posible, mejorarla un poquillo, ¿no?

Pero llegó el día de la carrera y mi tos perruna seguía acompañando a una voz cazallera pero bueno, el caso era ir, participar y hacer un entreno a buen ritmo y de paso sudar un poco para echar todos los bichos fuera. Habíamos quedado en el metro Ronda de la Comunicación, y como nunca había ido por allí me sorprendió el tinglado que tiene Telefónica montado en eso que se ha venido en llamar Distrito Telefónica. ¡Cacho instalaciones! Y la verdad es que en el aspecto organizativo de la carrera también estaba todo bastante bien pensado con los cajones de acceso por tiempos estimados para que la gente se fuera colocando bien, stands de marcas ofreciendo degustación de productos (me sorprendió lo de las gominolas energéticas y me parecieron muy ricas) y hasta animación infantil para los más peques (tras la carrera grande llegarían las carreras de los más niños). El día, además, muy bueno para correr porque el vientecito era fresco. Tardaron unos minutos más de la cuenta en dar la salida, pero en cuanto nos largaron no me pareció que hubiera mucho agobio para poder correr sin problemas: calles muy anchas en un distrito de nueva creación. Eso es lo mejor y lo peor que se puede decir de un recorrido: mucho sitio para correr, poca gente para animar. Además un recorrido muy rompepiernas con subidas y bajadas, ninguna podía considerarse un gran repecho, pero sí que eran largas y tendidas y al final acababan machacando.

En mi caso, pude aguantar el ritmo los tres primeros kilómetros, a partir de entonces, sólo pensaba en llegar o en retirarme. Estaba agotado, como si llevara 35 kilómetros corriendo. Imagino que se tuvo que deber, más que a un bajo estado de forma, a la escasa entrada de aire en los pulmones fruto del gripazo, la inflamación de los bronquios o lo que quiera en que consista eso. Así que no me quedó otra que olvidarme de marcas, apencar con las cuestas y acomodarme en ritmos de hasta 5:10 por kilómetro. Al final conseguí no hundirme por debajo de los 50 minutos y paré el crono en 0:48:37.

Proniño
Con los chavales, Chema Martínez y Martín Fiz.

Después de la carrera, reagrupación de efectivos y foto de familia acompañados de dos figuras/estrellas del atletismo como Martín Fiz y Chema Martínez. Dos auténticos cracs que participaron en la carrera y que después aguantaron estoicamente, siempre con una sonrisa, a todos los corredores, amigos de corredores y familias de corredores que buscaban/buscábamos hacernos una foto con ellos. Muy grandes. Alguno de los chicos de «Correr Te Hace Libre» estaba hasta emocionado. Y eso, en gente que ha pasado por la cárcel, es decir mucho. Espero que en el futuro siga pudiendo decir esto mismo porque en el 2008 también conocí a Urdangarín y hasta me pareció un tío majo.

Epilogo:

Creo que hasta aquí ha llegado la temporada. A partir de julio empieza una historia completamente diferente: la preparación para la maratón de Nueva York (flamante premio Príncipe/¿Princesa? de Asturias de los Deportes 2014) del próximo 2 de noviembre. Será la segunda vez que tenga que entrenar durante el verano. La primera fue en 2001 por la Millennium Marathon Madrid… pero de eso hace ya tantos años que ni recuerdo cómo lo hice. Supongo que adaptaré el garriplán, buscando a lo mejor un poco más de volumen y no tanto ritmos más altos. No voy pensando en llegar a Manhattan para hacer MMP. Quiero disfrutar esa experiencia de correr uno de los Majors hasta el último detalle, siendo consciente de que no se volverá a repetir, no por ganas, sino por el enorme desembolso económico que conlleva. Pero, ¿una vez en la vida? Sí, se puede.

Queda por ver cómo encajo el blog en todo esto puesto que no tengo intención, como ya dije, de ir comentando por aquí mis entrenos. Además tengo que preparar al menos dos asignaturas de Derecho de la UNED para septiembre, más el trabajo, etc. etc. Quizá lo aparque una temporada y sólo suba crónicas de las carreras en las que participe. Al menos hasta mediados de septiembre, una vez que  se hayan acabado los exámenes.

Por otra parte, en la primera quincena de julio tendré vacaciones y mi familia y yo buscaremos relajarnos unos días del agobio acumulado de todo el año en Lanzarote… siempre que al Gobierno no se le ocurra a última hora volver a dejarnos sin paga extra a los funcionarios. 😉

Felices entrenos.

VII Carrera Liberty (2014): la crónica

El virus del post-marathon blues me ha estado atizando, pero bien, tras el maratón de Madrid. Sólo apelando a la disciplina he podido forzarme a salir a correr un par de días por semana durante el último mes, pero en ninguno de esos rodajes absolutamente cochineros he llegado siquiera a recorrer diez kilómetros, y siempre con malas sensaciones: sobre todo la de estar perdiendo la forma a pasos agigantados.

En esas, con menos ganas de trabajar que Mario Vaquerizo, el viernes coincidí con Don Pablo, el alma mater de «Correr Te Hace Libre«, y me comentó que uno de sus chavales no podía asistir a la Liberty, así que como le sobraba un dorsal para la carrera me lo ofreció. Y acepté. No hay nada que motive más a un runner que un dorsal, supongo. Además tenía buenos recuerdos de la edición del año pasado en la que conocí personalmente a gente tan estupenda como Rober, un deportista fantástico y mejor persona. Por la noche eché un vistazo a los resultados de aquella edición y vi que Rober y yo entramos juntos en 50 minutos cortos, así que el objetivo estaba claro: mejorar la marca del año anterior. Para mis adentros también quedaba un objetivo secundario: demostrar que el tan manido fenómeno de la supercompensación es tan real como los Reyes Magos; vamos que existe sólo en la imaginación de los inocentes.

El domingo, como el año anterior, amaneció algo fresco así que me demoré un poco en ir a dejar la ropa al ropero, para no quedarme pajarito vestido de romano. Vi que lo habían trasladado (el ropero) hasta las puertas del Palacio de los Deportes y que era más grande que el año anterior (el ropero). Mejor. También, que al lado (del ropero y/o del Palacio, indistintamente) habían ubicado las letrinas químicas para los corredores. Dejé la bolsa y me fui a calentar con los chicos. Por el camino me tropecé con el popular Shinichi Sasaki y su inseparable cámara de fotos. La verdad es que había mucha gente, no sé si más que el año pasado, pero al menos tanta como entonces (10.000 según la prensa). La mayoría vestían la camiseta oficial de la carrera que este año que tenía un diseño bastante original, más que la del año anterior a mi juicio. La verdad es que las camisetas de la marca 42K Running, aparte de las de las grandes marcas, son las que más me gustan, por calidad y por diseño (y que conste que no me pagan ni me llevo nada por decir esto): ya me gustó mucho la camiseta de la Carrera del Taller y esta me ha encantado (y creo que la que dan en la Carrera Norte-Sur también es de ellos).

Tras calentar fuimos hacia el arco de salida y cuando me iba a ir hacia el lateral para entrar por detrás del mogollón veo que todos tiran recto y se meten bajo el arco de salida donde ya están todos colocados. Es lo que tiene salir con presidiarios: son unos chungos. Pero como la mayoría de ellos tienen la espalda como dos armarios roperos (alguno de ellos se había hecho la Spartan Race el día anterior) pues tampoco nadie nos dijo nada, así que creo que ha sido la carrera en la que me he situado más cerca del arco de salida y eso que yo me fui unos metros para atrás porque me daba cosa estar tan adelante no fuera que me arrollaran en cuanto dieran la salida. Error: dieron la salida y todavía yo adelantaba gente (como para no jurar en arameo cuando te colocas en tu sitio con la cantidad de deslocados que hay).

De la carrera poco voy a hablar, los dos primeros kilómetros muy fuertes, a una media de 4 minutos el kilómetro y en cuanto nos plantamos en Castellana bajé un poco el ritmo y ya a piñón fijo toda la subida: a 4:25-4:30. La cuesta de los Sagrados Corazones me salió mejor de lo que pensaba, a 4:40, y de ahí a meta con las fuerzas que quedaban a un ritmo de  4:15-4:20  por Principe de Vergara. En Goya se trataba de no perder tiempo por lo que había que llegar con fuerzas y en cuanto tuve a la vista el marcador electrónico de meta metí un poco de ritmo para bajar de 44 minutos.

Liberty 2014
Correr te hace Libre en la Liberty 2014

Al final, 43:56 tiempo oficial (43:48 tiempo neto) y muy contento porque no bajaba de 44′ desde el año 2003 (por aquel entonces lo raro era correr por encima de 44′). Conclusión: bonita carrera, bien organizada, con un avituallamiento en carrera y otro al final, con un recorrido con el punto justo de sufrimiento y con una camiseta que al menos merece la pena (aparte de que se donan tres euros de cada inscripción para un equipo paralímpico de personas con discapacidad).

Conclusión personal, que si teniendo la sensación de volver a estar gordito (véase la foto adjunta: el de rojo de la derecha, al que se le nota el flotador bajo la camiseta es un servidor), sin ganas de entrenar y bajo de forma he corrido así…

Vamos, que yo no creo en supercompensaciones… pero haberlas, haylas.