I Trail del Fuego de Tábara (2023)

Cartel del Trail del Fuego de Tábara
Cartel de la prueba

El verano pasado Tábara abrió los informativos. Un pavoroso incendio que asoló la Sierra de la Culebra y que se llevó por delante la vida de cuatro personas, incontables animales y calcinó más de 65 000 hectáreas (el término municipal de Madrid, por comparar, abarca 60 000 hectáreas). De aquella tragedia nació esta primera edición del Trail del Fuego como empeño de la Asociación Cultural Peñas Tabaresas para recordar y visibilizar aquellos hechos, lo que no está de más en otro año que se vuelve a presentar tan cálido y seco como 2022. Ojalá este año no se descuide la labor de las brigadas forestales, porque el pasado no se puede borrar, pero sí podemos poner los medios para evitar que se repita en el futuro.

Dicho esto, el mismo día de la carrera llegué a Tábara y aparqué no muy lejos de la zona de salida, retiré mi dorsal y me fui a ver la iglesia de Santa María, un bien de interés cultural (BIC) que ocupa el espacio que ocupara el antiguo monasterio de San Salvador, del que hoy queda la torre románica que a su vez sustituyó a aquella torre-scriptorium mozárabe que aparece en el famoso Beato de Tábara. Una maravilla igualmente, digna de visitar.

A la vuelta de mi escarceo turístico-cultural me acerqué a ver la salida de los apenas 50 participantes del trail largo de 24 kilómetros que partían media hora antes del de 13K, en el que participaría yo. La verdad es que me alegré mucho de no haberme apuntado a esta distancia porque me encontraba fatigado a causa de no haber descansado bien los días anteriores, por unas cosas u otras. Verles salir también me sirvió para descartar llevar dos capas de ropa pues a las 10 ya presagiaba que iba a hacer un día espectacular de sol.

A las 10:30, con puntualidad británica, salimos los 150 participantes del 13K e imagino que cinco minutos después, como estaba programado, lo harían los senderistas que sería posiblemente la categoría, aunque no competitiva, con más participantes.

Los primeros tres kilómetros fueron de subidita suave, por una pista forestal en bastante buen estado y ancha, para correr sin apreturas. A la salida del pueblo estaban las jaras en flor que salpicaban de blanco el campo, pero al poco ya empezaban a verse fincas con los restos quemados de matorrales y un poco más adelante flanqueamos el primer pinar calcinado.

A la altura del km 3 pasamos por el primer avituallamiento y aunque la organización anunciaba que se necesitaba vaso o similar, repartían agua en botellas de plástico, y eso sucedió en los tres avituallamientos que yo vi. Evidentemente, a pesar de los ruegos que el speaker de la zona de salida-meta hizo para que no dejáramos nada tirado por el campo, a escasos metros del avituallamiento ya se acumulaban botellas tiradas en el suelo. Sinceramente no entiendo qué problema tenemos en no respetar nuestro espacio natural. Y menos en gente deportista, acostumbrada a disfrutar de la naturaleza y partidaria de conservar lo que tenemos. No lo entiendo. No lo entenderé jamás. Mal por los incívicos y en este punto la organización debería mejorar.

La subida a Peña Miguel fue lo más complicado de la carrera, no tanto por el desnivel como por la cantidad de piedras sueltas del terreno. Piedras del tamaño del balasto que había que evitar pisar para no torcerse el tobillo. Y si fue complicada la subida, para mí también lo fue la bajada. Algunos me pasaban como flechas, pero como mi propósito era no romperme la crisma tampoco me importó.

Pasada la Peña Miguel, volvimos a la pista forestal, con sus subibajas, pero muy corrible. Pasamos por una zona muy quemada, con terreno muy polvoriento, no sé si por el incendio o porque el sendero ya era así de arena muy fina. Como tenía que dejar un poco de espacio con el corredor de delante para no tragarme la nube de polvo aproveché para parar, hacer un par de fotografías con el móvil y después seguir, ya distanciado del corredor anterior.

En el kilómetro 7 nos desviaron hacia una pradera, vadeamos el cauce seco del que llaman Arroyo del Casal, que seguramente habría llevado agua en un año más lluvioso, y al llegar a una pequeña explotación ganadera nos hicieron subir una colina y bordear después la pequeña ermita de San Mamés. Vuelta a bajar, vadear el arroyo seco del Carballico y de allí nos encaminamos de nuevo a pisar las estribaciones de la Peña Miguel, esta vez por el sur, con su sembrado de piedras.

Superado de nuevo este contratiempo, desde el km 9,5 a meta todo es bajada por la misma pista forestal ancha que habíamos transitado en los primeros 3 kilómetros, aunque ahora en sentido contrario. Una maravilla de kilómetros finales que me salieron a ritmo de 4:38, y no era de los más rápidos.

Tiempo final 1:17:26 para 13K casi exactos, a un ritmo medio de 5:57 por kilómetro, el mejor ritmo de todas las carreras de trail que he corrido, por lo que se deduce que era suavecito (326 metros de desnivel positivo, según mi reloj). Aun así, por la tarde me resentí bastante los tendones de Aquiles, no sé si habré pisado mal o me habré hecho daño en alguna las subidas y bajadas.

En meta, eso sí, nos esperaba un buen avituallamiento: hornazo, queso, jamón, salchichón, chorizo, chocolate, chuches, frutos secos, fruta y agua y bebidas refrescantes. Lo necesario para recuperar vitaminas y sales minerales.

La bolsa del corredor incluía unos vales para establecimientos de Tábara, la camiseta conmemorativa (de algodón), lentejas, harina, batido de chocolate, etc. Por 15 euros, muy bien.

Evaluar una nueva prueba es complicado. Hay cosas que me han gustado, como el propósito de organizar esta prueba y lo mucho que han trabajado por ello. La camiseta de algodón es un detalle original para ir este verano haciendo un poco de promoción a Tábara y la Sierra de la Culebra. La zona de salida/meta, avituallamiento final, instalaciones, servicios: un 10. Sin embargo, creo que tienen que mejorar en el tema de las botellas de plástico en los avituallamientos, como ya dije, y sobre todo el trazado necesita quizá un poco más de dureza. El desnivel es parecido al Desafío del Barro que corrí el año pasado, pero aquella carrera no tenía ni 11 kilómetros de longitud. A alguno de los rápidos incluso le visto decir que porque «Trail» venía en el nombre, pero que si le hubieran puesto «Cross», tampoco desentonaba.

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