XV Media Maratón de Azuqueca (2023)

Por cuarta vez he participado en la Media Maratón de Azuqueca, a la que no volvía desde la edición de 2019, pero de la que sólo me he perdido la de 2022 debido a que la pandemia provocó la suspensión de la carrera en 2020 y 2021. Por eso, poco más puedo decir de ella que no haya dicho en las crónicas de 2015, 2018 y 2019, pero algunas novedades sí he notado este año. La primera y más importante es el desdoblamiento del 10K y la Media. Antes podías hacer las dos vueltas de la media… o una vuelta (la media de la media)… o incluso hacer una, o dos, o tres vueltas, como en la edición de 2015. Ahora no. Ahora te apuntas a una o a la otra.

Cartel de la XV Media Maratón de Azuqueca

Leí por alguna red social que estaba mal medida. Nunca me ha parecido eso a mí y he participado en ella con distintos relojes gps. Siempre la he tenido por bien medida, mi única crítica en alguna ocasión fue la colocación de puntos kilométricos que no estaban en su sitio. No he percibido siquiera eso en esta edición, y la carrera me marcó exactamente 21,17K en el Watch que utiliza la combinación de gps y podómetro (es decir, que corrige con su calibración de zancada y velocidad cuando la señal del gps es deficiente).

El circuito ha sufrido también alguna modificación: se ha suprimido la primera vuelta a la pista de atletismo, y el trazado es diferente en la segunda vuelta que se alarga al inicio por los alrededores del estadio para ganarle ese kilómetro y 97 metros necesarios para compensar los 10K exactos de la primera vuelta. Además, han suavizado la subida final al estadio al eliminar el paso por el Camino de Meco y la ascensión interminable que era la calle Rafael Guijosa tomada desde la rotonda. Bien por la organización.

Como contrapartida el precio ha subido a 17 euros (en 2018 era de 10) aunque sigue ofreciendo lo mismo, que es bastante para lo que se ve en otras carreras, incluyendo una medalla conmemorativa en la que ya pone la edición. 😉

En cuanto a participación, yo tuve la sensación de que era numerosa, sin embargo las cifras de finishers han sido 288 en la media y 228 en el 10K (516 en total), por lo que los niveles de 2019, (cuando se publicitó una cifra de 636 participantes) no se han vuelto a recuperar. Aunque tampoco se han desplomado. Sigo diciendo que es una gran carrera, que es muy plana, que está muy bien organizada y que se merece muchos éxitos más.

Dicho todo esto, mi carrera no fue todo lo buena que podía haber sido. Como conté en la entrada anterior, tras el Trail del Fuego del domingo pasado, me resentí de los tendones de aquiles. Descansé toda la semana y el día anterior a la media salí a comprobar en qué estado estaban. Pude correr sin problemas 9 kilómetros, y aunque notaba cierta incomodidad, no sentí dolor en ningún momento por lo que no me planteé en ningún momento no correr. Por la tarde, incluso, me enteré de que un compañero del Karate Olimpia, Rubén, iba a participar y quería llevar un ritmo de 5 minutos por kilómetro. Así que le dije que podríamos perfectamente correr juntos.

El día de la carrera amaneció soleado y perfecto para correr. Ya desde hace unos años la carrera es a las 9:30 por lo que aunque hace calor, la mayoría de los participantes han terminado antes de que se meta el calorazo del medio día. Me encontré con mi compañero de curro Diego que, como siempre, vino a animar y junto a Rubén tomamos la salida. Una salida que se retrasó algunos minutos por motivos de seguridad.

El primer kilómetro se nos fue un poco de tiempo y lo recuperamos en los dos siguientes, a partir del km 3 ya llevábamos ritmo de crucero clavando los 5’/km. El aquiles de la pierna derecha se hacía notar, pero pensé que según pasaran los kilómetros se iría calentando y desaparecerían las molestias.

No fue así.

Sin embargo, los kilómetros continuaban sucediéndose al ritmo previsto sin mucho esfuerzo. Pasamos por el km 10 en 50 minutos y al salir del estadio ya noto que la molestia del pie derecho va en aumento y que voy pisando mal para evitar sobrecargar el tendón. Los km 11 y 12 ya los hago en algo más de 5 minutos. Me sabe mal porque Rubén confía en mí para mantener el ritmo y yo ya sé que no, que tengo que aflojar, así que le digo que se enganche a una chica con la que hemos coincidido y que nos ha dicho que tiene intención de terminar en 1h45m. Se van juntos y yo levanto el pie del acelerador. Poco a poco me pongo a 5:30 donde troto a duras penas. Poco después del km 16 me encuentro con Diego, que me anima, y le digo que voy reventado. Cuando llego al 17, me cruzo en un tramo con los corredores que van por delante y veo que la chica con la que se fue Rubén ya va sola. Empiezo a mirar a lo lejos para localizarle y le veo girando por la Plaza de la Constitución, le alcanzo y me dice que ha petado. Que no puede más. Que tampoco le quedan geles para recuperar energía. Le digo que se enganche a mí, que voy lento, pero que llegamos. Insiste en que no, que va muy mal. Yo, por mi parte, a esas alturas de la carrera ya sé que no voy a bajar de 1:45, que era el objetivo, y que me da igual llegar en 1:48 que en 1:55, por lo que me quedo con él para que, por lo menos, no abandone.

Y ese fue mi final de carrera, ir desde el kilómetro 18 pegando voces a Rubén para que no tirara la toalla y empezase a caminar o abandonara la carrera. Bajamos radicalmente el ritmo, casi hasta acariciar los 7’/km en los dos últimos kilómetros. Pero no abandonó y así llegamos hasta el estadio, él con su pájara y yo con mi aquiles, donde pisé por fin la línea de meta con un tiempo oficial de 1:53:46. Siete segundos después lo hacía Rubén.

Para ser su primera media maratón yo sinceramente creo que lo ha hecho muy bien. Ha bajado de 1:55 y supongo que habrá aprendido un montón acerca de cómo se comporta su cuerpo cuando llega la fatiga y en qué estado de forma hay que afrontar carreras de larga distancia como un medio maratón que, sin llegar a ser tan sufridas como un maratón, sí que se necesita una pequeña estrategia y la fuerza mental suficiente para llevarla a cabo.

Muy contento por haber podido ayudarle, nos juntamos con Diego en la meta, dejamos a Rubén ir a reunirse con su familia y Dieguito y yo nos tomamos una cerveza fresquita de la barra que había montado la organización: pensando en nuestros próximos proyectos y contándonos un poco nuestras vidas ahora que ya no trabajamos en el mismo centro.

Y aquí tenía que terminar la crónica, pero el esfuerzo ha pasado factura y el aquiles se la ha cobrado. Al día siguiente me levanté cojo y así, con una tendinitis terrible he estado toda la semana. En el momento en el que estoy escribiendo esto han pasado ya cinco días y todavía me molesta el tendón al andar. Este fin de semana no correré, y veremos qué pasa el fin de semana que viene porque el 21 de mayo estoy apuntado a la carrera Liberty.

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