San Silvestre Alcalaína 2022

Llevo viviendo en Alcalá de Henares hará como diez años y, por una cosa o por otra, nunca había corrido su San Silvestre. Tampoco es que yo sea fan de las San Silvestres porque tan solo he corrido cuatro en Madrid y una en Zamora, cuando se corría dando vueltas al Eroski (en la que tengo el dudoso honor de haber quedado el último). Pero este año también me apetecía una carrera navideña. Podía haberme ido a la Jarama María de Villota en Nochebuena como el año pasado, pero me decidí por Alcalá más que nada porque tanto la carrera en sí, como la recogida del dorsal, me quedan al lado de casa y eso facilita mucho las cosas, sinceramente. Que sí, que en el caso de la Jarama-María de Villota el correr por el circuito del Jarama mola, pero recoger el dorsal en Mirasierra-Paco de Lucía no mola tanto, ni siquiera si vives en Madrid. Y es que en Alcalá, a pesar de ser una ciudad grande, las distancias son otras.

Volviendo a la San Silvestre Alcalaína hay que decir que no es una carrera barata precisamente: 16 euros en el primer tramo, al que no llegué a tiempo, por lo que tuve que pagar 19 euros a cambio de una camiseta, un cepillo de dientes y una carrera que dicen que es de 10 kilómetros pero que a todos nos midió unos 200 metros más. La vallecana, con todo su marketing cuesta 25 euros, por comparar.

El último día de 2022 amaneció soleado y perfecto para correr. Perfecto también que no hubiera que madrugar porque la salida era a las 11:30 (punto para la SanSil Alcalaína). Y lo mejor de correr en casa, la guinda del pastel, es coincidir con caras conocidas: Dieguito, del trabajo; Pedro, Rubén y Majano, del Olimpia; y algún otro más que estaba, pero que no vi.

Mucha aglomeración de gente en la salida. Según el listado que ha facilitado la organización éramos más de 1550 corredores (1700 inscritos, no se alcanzó el límite de 2000). Vale, que 1500 no son muchos… si sales de la Castellana en Madrid. Pero en una salida en Alcalá, embocada hacia la calle Mayor que no es precisamente la Gran Víal, créanme, 1500 personas provocan un embotellamiento importante. Yo tardé en atravesar el arco de salida más de minuto y medio desde el disparo. Y durante el primer kilómetro mantener el ritmo que quería me fue imposible. Pero es Alcalá, y es la San Silvestre y qué necesidad hay de ver lo negativo en todo.

El circuito es llano como la palma de la mano y se presta a correr rápido, tan sólo teniendo cuidado con los tramos de empedrado del centro histórico. Hubo un avituallamiento de agua en el kilómetro 5 y recuerdo también ver muchos coches parados porque por calles anchas solíamos correr por uno de los sentidos de circulación y teníamos a los coches atascados en el otro sentido. Pero los conductores respetuosos en general, alguno con cara de circunstancia y alguno/a un poco más alterado, pero bien. Con respecto a los puntos kilométricos estaban bien señalizados (aunque alguno no lo llegué a ver) y lo único el kilómetro final que estaba muy, muy alargado.

En meta agua, isotónico, un bollito y pa’casa. Agua en meta es bien (apúntate eso, Canillejas).

Mi carrera fue prácticamente idéntica a la del Trofeo José Cano, 47:46 de tiempo neto, unos 30 segundos peor (porque era más larga), pero algo mejor de ritmo real según mi reloj (4:39 frente a 4:42). Y la sensación final de no acabar tan machacado debido a la ausencia de cuestas. Tan bien acabé que al día siguiente me fui a hacer 17 kilómetros al Monte de los Cerros.

Para empezar bien el año.

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