La precrónica del Maratón de Oporto

El 12 de mayo fue mi última publicación en este blog, la crónica de un medio maratón en Azuqueca, en el que me acabé de romper. Un aquiles, el de la pierna derecha, que ya venía tocado de Tábara, cascó. Iluso de mí, todavía pensaba en correr la Liberty, que iba a disputarse dos semanas después. Por supuesto, fue imposible. Ese día, el 21 de mayo, fue el primer día que salí a correr tras la lesión y en el que pude completar dos “kilometrazos” a 6:45 el kilómetro, con el tendón todavía inflamado.

Y poco a poco se presentó el verano. Desempolvé la bici y salí con ella varias veces para alternar el ejercicio y descansar la zona dañada, lo que posibilitó que a finales de junio pudiera por fin hacer un rodaje de 8 kms un poco por debajo de 6 min/km. No fue buena idea, porquee me volvió a dejar tocado.

Para acabar de empeorar las cosas, empecé a ir al podólogo por un ojo de gallo que me había salido en la planta también del pie derecho. Y casi todo julio únicamente salía en bici para dejar curar la planta del pie (que me habían quemado) y para tratar de que el aquiles derecho, una vez visitado el fisio, se desinflamara de una vez.

Llegó agosto y volví a correr. El clavo plantar se reprodujo de nuevo, pero no podía volver al podólogo hasta septiembre por las vacaciones. El caso es que molestaba, pero no impedía correr. Las dudas comenzaban. Igual que en 2021 llevaba apuntado para el Maratón de Oporto desde hacía meses e igual que en 2021 volvía a estar lesionado. A diferencia de 2021 no quería volver a no correrla.

Debía haber empezado a mediados de julio con la preparación y ahí estaba yo, corriendo entre 8 y 10 kilómetros a ritmo de tortuga. A finales de agosto pude completar un rodaje de 14, que me pareció tremendo. Nada de cambios de ritmo, nada de series, nada de ritmos. Simplemente correr pensando en seguir corriendo.

A mediados de septiembre, cuando ya podía hacer 16K, la podóloga me volvió a sajar la planta del pie para acabar con el maldito clavo que se había complicado por una infección vírica (papiloma plantar) que me tuvo otras dos semanas parado. Y tras volver, a finales de mes, cuando debía estar en pleno proceso de acumulación de kilómetros, una gastroenteritis me tuvo una semana parado de nuevo.

Me quejo demasiado porque la verdad es que octubre se me dio muy bien. Las molestias del aquiles remitieron y pude acumular un montón de kilómetros, que necesitaba. Incluso realicé dos tiradas largas de 25 y 28 kilómetros que terminé con fuerzas suficientes como para haber seguido dos o tres kilómetros más.

La suerte estaba decidida e incluso pensé que podría terminar Oporto sin sufrir.

Pero esa es otra historia.

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