XIII Media Maratón de Azuqueca (2019)

Presentación de PowerPoint
Cartel XIII M.M. Azuqueca

Donde te lo pasas bien, repites. Así que yo sigo viniendo a Azuqueca a correr su medio maratón y ya van tres de las últimas cinco ediciones. Este año la organización había hecho una apuesta mediática con el «fichaje» de Chema Martínez, imagino que para atraer participantes y darle un «empujoncito» a la carrera. Pero aunque el speaker al principio de la prueba anunció que se había batido el récord de participantes «por poco», la verdad es que las cifras indican que el número total de finishers de la media ha descendido (por poco) y que la tampoco la participación de atletas en la carrera a una vuelta ha crecido. No es que la prueba no lo merezca, todo lo contrario; lo que ocurre es que mientras llega ese crecimiento, yo sigo disfrutando de una prueba corrible sin agobios, llana y bien organizada (aunque según mis cálculos le falten unos metros para ser una media maratón bien medida: la distancia del km 8 al 9, a mí, me «chirría», no sé si a alguien más le pasa).

Este año venía mejor preparado que en 2018, con más kilómetros a las espaldas (o, mejor dicho, en las piernas), con la participación previa en un 10K y sobre todo con una continuidad en los entrenamientos favorecida por la Semana Santa y el puente de Mayo. También un par de kilos menos, que se nota, aunque en las fotos que cuelga la organización (un montón de ellas, y gratis) se me vayan los ojos siempre al barrigón. Bueno, es algo que se va a ir reduciendo con un poco de vigilancia sobre la comida y, sobre todo, entrenamiento. El caso es que la marca de este año ha sido seis minutos y medio mejor que la del año pasado: 1:43:04, por 1:49:35 en 2018. Y sobre todo las sensaciones han sido mucho mejores. Creo que he corrido con cabeza, haciendo todos los kilómetros en zona 4 y por debajo de cinco minutos (salvo el primero) y apretando en los dos últimos, acabando con fuerza y muy entero aunque ya en zona 5. ¿Pude haber apretado más? Seguramente. ¿Me habría desfondado? Pues como no lo hice no puedo saberlo. Quiero pensar que podía haberlo hecho mejor, que esta no era mi mejor versión, pero sin embargo, me siento muy contento con la marca.

Por lo demás, agradecer el apoyo de mi compañero de curro Diego, azudense él, que no pudo correr, pero que estuvo animando en varios puntos de la carrera y con el que compartí una cerveza, obsequio de la organización, en meta.

Un detalle más de la carrera, novedad este año, ha sido la medalla conmemorativa, aunque si se me permite (y como el blog es mío, me lo permido), sugeriría a la organización que en ediciones posteriores diseñaran la medalla con la edición a la que corresponde, sobre todo para que los que no grabamos la marca en las medallas recordemos, dentro de algún tiempo, al verla, qué año fue el que la corrimos. Y eso no va a ocurrir si sólo pone «Media Maratón de Azuqueca».

A pesar de estos pequeños detalles, siempre que pueda, siempre que siga pasándomelo bien, seguiré participando en esta media maratón.

11ª Media Maratón de Latina (2016)

Cartel 11 media maratón Latina
Cartel 11 media maratón Latina

Mi plan de maratón, raro donde los haya, sólo incluía una competición previa a los 42K: un medio maratón al final de la octava semana de entrenamiento. Pues bien, esa competición tenía que ser hoy, día 28 de febrero, y la única media maratón, por tanto, la Media de Latina.

He de decir que nunca la había corrido, y eso también tengo que agradecérselo a mi plan de maratón, porque me ha dado la posibilidad de conocerla y he de reconocer que he quedado muy satisfecho de la carrera. Pero repito que para mí es difícil no quedar satisfecho de una carrera que transcurre durante 9 kilómetros por la Casa de Campo.

El caso es que tenía el tiempo justo para competir y la cosa tenía que ser: llegar, correr y extraerse de allí cuanto antes (aunque sin la obligación de ganar la carrera, thank God ;)). Pues bien, la organización me ha sorprendido gratamente: recogida de dorsal el mismo día (casi, casi hasta el pistoletazo de salida) -ideal para los que venimos del pueblo- y la posibilidad de aparcar en el parking del Centro Comercial Plaza de Aluche sin necesidad de andar dando vueltas y vueltas para encontrar un hueco y dejar el coche. Un diez. Además, hoy con el «pelete» que hacía, se agradeció el cobijo del centro comercial.

Así que recogí el dorsal (sin colas), dejé las cosas en el buga, busqué un baño para una última visita y al salir ya había un miembro de la organización gritando que quedaban diez minutos y que fuéramos a la salida, que estaba, poco más o menos, a cien metros de allí.

Por una vez en la vida creo que me situé bien en la salida y a pesar de que los participantes se cuentan por miles, y de los apretujones del principio, no perdí mucho tiempo hasta empezar a correr.

En seguida alcancé al «globo» de 1:40 y me puse a su lado. Corriendo junto a él me di cuenta del coñazo que supone ser liebre. El chaval iba a ritmos cercanos a 4:30, imagino que porque el trazado era favorable en esa zona y para tener un «colchón» para las cuestas que estaban por venir. Pues no dejaba de oír a otros corredores cuchichear que si la liebre, que si por qué iba tan deprisa, que si iba a petar, que si iba a hacer petar a los que la seguían. Spain is different. Así que llegado al kilómetro 5 me puse por delante para buscar mi carrera, sin referencias.

La primera parte del recorrido es muy urbano, muy asfaltero y plagado de toboganes. Cuestas arriba y cuestas abajo que van desgastando las piernas. Y el peor tramo del recorrido, para mí, fue del kilómetro 8 al nueve, en el que hay que «escalar» una cuestarraca para entrar en la Casa de Campo que me dejó muy tocado.

El recorrido por la zona verde fue muy agradable, aunque se me hizo algo largo. En principio pensaba que serían cuatro o cinco kilómetros (¿se nota que no había estudiado el recorrido oficial?) que a la postre fueron exactamente nueve. Por cierto, chapó para la señalización kilométrica (carteles grandes, visibles, y bien puestos -aunque se me pasaron un par de ellos-).

La salida de la Casa de Campo, por la cuesta que llaman de AISA, contrariamente a lo esperado se me dio muy bien y salvo los últimos 50 metros, justo hasta el cartel del kilómero 18, tiene una pendiente muy llevadera. De ahí otra cuesta abajo de unos 500 metros y luego ya todo en subida tendida hasta la meta. Al comienzo de la cuesta, antes de llegar al kilómetro 19, está el último avituallamiento (los hubo en el 5, el 10 y el 15 -con agua e isotónicos-). Me pareció un acierto porque un avituallamiento en el 20, al menos para mí, ya no tiene sentido pues vas pensando sólo en la meta.

A falta de 500 metros miré el crono y calculé que terminaría sobre 1:37, más o menos. Y en recta de meta vi que si aceleraba bajaba un poco de ese tiempo. Así que me tocó dar un pequeño sprint para entrar sobre 1:36:56 (neto 1:36:20).

Pasada la meta, en el interior de la pista de atletismo del Polideportivo de Aluche, dispusieron la entrega de la bolsa del corredor, sin esperas, con su camiseta de rigor (no de mucha calidad, pero sin mangas, ideal para el veranito). Y sin perder tiempo me fui a buscar el coche para salir del aparcamiento del Centro Comercial antes de que llegara el mogollón y se formasen atascos.

En definitiva, una carrera muy bien organizada de la que muchos deberían aprender, por un precio bastante ajustado (13 euros, 14 online) y con un recorrido que es todo un desafío por su dureza (me pareció hasta más duro que los 21K de las Vía Verde de Arganda), pero ideal para los que estamos preparando el maratón de Madrid, precisamente por eso.

Con la carrera de hoy doy por terminada mi temporada competitiva hasta el día del maratón (salvo excepciones) y ya sólo me centraré en afinar los entrenamientos para poder acabarlo sin sufrir.

IX Media Maratón Villa de Azuqueca (2015)

Cartel Media Maratón Azuqueca
Media Maratón Azuqueca 2015

A última hora pude apuntarme para correr esta prueba en la que nunca antes había participado, pero con la que tenía una deuda pendiente con mi compañero de curro, Diego, azudense de pro y miembro del Club de Atletismo Azuqueca que es el colaborador deportivo de la carrera. Lo único que sabía de la media maratón es que era en un circuito a tres vueltas. Nunca antes había corrido a tres vueltas en ningún sitio. A mí, sinceramente, lo que me gusta de verdad son los recorridos a una vuelta; a dos he corrido algunos, pero no me fascinan; sin embargo, bien pensado, las tres vueltas suponen un reto adicional: evitar que los primeros te doblen.

El día amaneció soleado, muy soleado. A las nueve cuando recogí el dorsal sobraba la manga larga, lo que hacía prever que hacia el final de la carrera íbamos a pasarlo mal. Eché de menos la gorra y el protector solar, que se quedaron en casa (las prisas de última hora). El recorrido, que apenas se alejaba de las nuevas urbanizaciones que hay al sur del magnífico estadio desde donde se dio la salida, donde también estaba la meta y por donde se habría de pasar hasta en tres ocasiones, al menos, parecía llano.

foto estadio
Arco de salida/meta desde el graderío

En la salida nos juntamos escasamente 400 corredores, incluyendo a los que iban a dar únicamente una o dos vueltas (240 participantes llegados a meta en los 21k, según listado de clasificaciones), por tanto no iba a resultar difícil encontrar hueco para correr. Y así fue, salvo los primeros 400 metros por la pista de atletismo, se podía rodar sin agobios. Mi objetivo era doble: evitar, como dije, ser doblado y comprobar si estaba en condiciones de mantener un ritmo de 4:50 minutos/km (se supone que ése es el ritmo al que debo correr en Chicago para acabar en 3h25m).

Justo tras el primer kilómetro me encontré con Pablo, un ex-corredor del grupo Correr Te Hace Libre (ya salió en libertad), pero que ha decidido seguir en esto de la carrera a pie. Me dio mucha alegría y mucha satisfacción, porque prueba que el proyecto de Don Pablo funciona. Juntos hicimos cinco o seis kilómetros, pero yo me veía con fuerzas y tiré hacia adelante. Iba rodando en torno a 4:40 y muy fuerte. Justo antes del primer paso por el estadio está la única tachuela del recorrido, una pequeña subida que casi no se le puede ni llamar cuesta, pero imaginé que en la tercera vuelta iba a pasar factura. Lo bueno del circuito es te permitía cruzarte varias veces con gente que iba más adelantada o atrasada que tú. Saludando y animando a los conocidos y conociendo la situación tanto de la cabeza de carrera (masculina y femenina) como del último clasificado. Lo peor, los giros de 180º, sobre todo el situado al sur de la Av. Enmedio que ni siquiera aprovechaba una rotonda, sino que había que cambiar bruscamente de sentido atravesando la mediana por un paso de peatones. Quizá esa sea la explicación de que, por mi GPS, a la media maratón le faltaran metros (21,02 kms me marcó, cuando lo normal es que salgan 21,2 o incluso 21,3).

Durante la segunda vuelta aún podía mantener ritmos por debajo de 5 minutos por kilómetro pero el calor se hacía notar, tanto que pasó por mi cabeza la idea de dejarlo al paso por el estadio en el km. 14, pero pensé que si hubiese sido una prueba en línea ni se me habría ocurrido, así que decidí que aunque hubiera que sufrir había que terminar. Afortunadamente, hubo cinco puestos de avituallamiento en carrera (kms. 3, 7, 10, 14 y 17), así que lo que hacía era tomar un par de sorbos de agua y echarme el resto de la botella por la cabeza, lo suficiente para llegar al siguiente avituallamiento y repetir el proceso.

La última vuelta fue agónica con el sol en todo lo alto y hasta viento en algunos tramos. Un poco más allá del km. 15 me encontré a la cabeza de carrera que ya iba por el 20. No me iban a doblar, así que objetivo conseguido. Sin embargo el segundo objetivo se alejaba un poco más con cada kilómetro y si empecé la tercera vuelta a 5 min/km, la acabé a más de 5:20.

Al final, sprint en recta de meta recibiendo los ánimos de Diego, que había terminado su carrera en el km. 14, y parando el crono con un tiempo oficial de 1:43:53, la mejor media de la temporada, pero a un ritmo de 4:55 min/km, 5 por encima del objetivo. Queda mucho trabajo por delante para llegar en forma a Chicago. Empezando por bajar de peso, que se ha convertido en prioridad absoluta.

Tras recoger la bolsa del corredor (camiseta técnica amarilla muy bonita y con pinta de ser muy fresquita, ideal para entrenar este verano), Diego y yo esperamos a Pablo y cuando llegó nos fuimos juntos a tomar una Coronita bien fresquita, cortesía de la organización, que nos sentó de lujo. De las migas no puedo decir nada porque se repartían tras la entrega de trofeos y no tenía tiempo suficiente para quedarme a esperar.

En definitiva, una carrera modesta en participación, llana y bien organizada aunque confinada en un circuito pequeño y apartado del centro del pueblo, sin apenas animación. Lo de siempre: lo que ganas en ahorro de costes (menos policía para cortar calles, menos problemas vecinales indignados por que se paralice el tráfico) lo pierdes en personalidad y encanto de la carrera, lo que a su vez provoca que la participación no aumente porque la carrera, sinceramente, no es bonita. Un consejo para la organización: me pensaría seriamente para próximas ediciones adelantar al menos una hora la salida, las diez (en mayo) es demasiado tarde.

Pero bueno, a estas alturas de temporada quien más quien menos ya ha acabado con su objetivos de primavera y esta media es ideal, por ejemplo, para aprovechar la supercompensación del maratón y sacar una buena marca a pesar de no ser tan llana como Alcalá, por ejemplo.

Arco de salida
Foto al estilo Rafa Pérez de mis Pegasus 30, que estrené en carrera.

V Media Maratón Cervantina de Alcalá de Henares (2015): la crónica

Este domingo tocaba volver a ponerme un dorsal y encadenar la Media de Zamora con esta Media Cervantina de Alcalá de Henares. Segundo año consecutivo corriéndola y segundo año defendiendo los colores del equipo «Correr Te Hace Libre» gracias a la gentileza de Don Pablo. Pero que haya repetido tiene también que ver con la magnífica organización y sobre todo ese extraordinario circuito que, pese a ser a dos vueltas, se ha currado el Club A.J. Alkalá, organizador de la carrera.

mmcervantina2015
Cartel anunciador Media Maratón Cervantina 2015

El centro histórico de Alcalá de Henares es muy bonito, si la media maratón es capaz de sacar el mejor partido de él y si encima la altimetría indica que es casi tan llana como la palma de la mano, no se puede pedir mucho más por 15 euros. En el mundo del corredor se habla mucho de la Media de Getafe para hacer marca, pero probablemente Alcalá reuna mejores condiciones para ello (no sólo el recorrido, sino la importante limitación de dorsales que impide la masificación) y, por supuesto, el entorno le da mil vueltas (sólo baste recordar que Alcalá de Henares es Patrimonio de la Humanidad).

Puntos negros: convivir con el tráfico en algunas calles y el adoquinado de la calle Mayor que obliga a prestar mucha atención para conservar los tobillos (sobre todo en la segunda vuelta cuando uno lleva ya 20 kilómetros y anda algo cansado). Hablando de tráfico muy desagradables los bocinazos del Paseo de Pastrana, sobre todo cuando la Policía hacía lo que podía para aligerar de vez en cuando los embotellamientos y, sobre todo, el deplorable comportamiento de un energúmeno en el Paseo del Val encarándose a una agente de policía por no poder pasar y enfrentándose e insultando a los corredores cuando éstos le reprochaban su actitud. Una pena que tan magnífica ciudad tenga algunos ciudadanos así. Gente.

Respecto a mi carrera he de decir que mejor de lo esperado. Venía de arrastrarme en Zamora el pasado domingo, por lo que iba con todas las prevenciones. El día anterior salí a «soltar carbonilla» y me salieron 4 kilómetros interesantes a una media de 4:30 que me sorprendió hasta a mí.

El domingo por la mañana me acerqué a la salida en la moto a pesar de que el cielo amenazaba agua. Chispeaba cuando Pablo me entregó el dorsal. Después me di una vuelta por la zona de salida para respirar el ambiente. Paso al lado del Club Atletismo Villanueva cuando se están haciendo la foto de grupo y reconozco a un bloguero clásico de Guadalajara: «El Peñu«; me pregunto cuántas testas rebanará hoy :). Pero no me paro, queda poco tiempo y tengo que vaciar la vejiga antes de nada. Al salir del excusado ya no llueve. Se ha quedado el cielo encapotado y una temperatura fresca, no fría (a pesar de que son las 9:30 de la mañana), y un ligero viento que no llega a ser molesto. En suma, un día ideal para correr.

Me coloco al final del pelotón, no quiero molestar a nadie porque voy a salir muy prudente (léase lento). Tardo 45 segundos en pasar por el arco de salida. Poco a poco voy buscando mi hueco en el pelotón. Me vuelve a sorprender la cantidad de «cagaprisas» que salen detrás y luego van esquivando gente. Siempre pensé que eran los lentos los que se ponían delante y estorbaban, ahora también sé que hay «rapidillos» que se ponen detrás (o salen tarde) y molestan con sus adelantamientos y zigzags.

En el kilómetro 1 la calle se estrecha y hay un poco de tapón que ralentiza el ritmo que había puesto (ese embudo también podría ser mejorado por los organizadores). Adelanto un par de grupos que corren en paralelo y enseguida tengo espacio suficiente. Paso el kilómetro 5 en 26:31 a una media de 5:18. Sin embargo me encuentro fuerte, con ganas de correr más, y es que el circuito alcalaíno te hace correr aun sin tener intención de hacerlo.

Empieza la segunda parte del circuito. Voy siguiendo a grupos pero no me quedo con ninguno y al final acabo adelantándolos. Sin embargo no puedo seguir el ritmo de los que me adelantan a mí, o no me atrevo. El kilómetro 10 lo paro en 51:32: la media ha bajado a 5:09/km. La media de este parcial ha sido de 5 minutos por kilómetro, es un ritmo que me va bien y me propongo mantenerlo. Se me ha pasado el miedo de petar como en Zamora, me sigo encontrando fuerte. Evidentemente no estoy como el año pasado cuando preparaba Mapoma, pero sí que estoy para seguir a este ritmo sin dificultades.

Alcanzo el km. 15 en 1:16:18, 5:05 de media. El ritmo del parcial ha bajado a 4:57/km. Estoy yendo de menos a más, la carrera perfecta. Y voy solo, no tengo a nadie que me marque el ritmo, corriendo por sensaciones. Encaro el tramo hasta el kilómetro 20 muy contento sin embargo a partir del 18 noto que me encuentro más lentorro. Tengo gasolina (he bebido en todos los avitullamientos, poco pero he bebido), sin embargo carburo peor. La letra de una canción de Mamá «Nada más» martillea mi cabeza desde que tuiteó esta mañana un enlace al vídeo otro bloguero de casta (Pacheco, de «La República del Running«): nada más que lo mío, nada más, estoy vacío, no puedo ofrecerte nada más.

Pero a pesar del empedrado la llamada de la meta es fuerte y pico el 20 en 1:40:50 a 5:02 el kilómetro. ¡He hecho el último parcial a 4:54/km! Es curiosa esa alegría cuando el año pasado a esas alturas ya había acabado la carrera, pero bueno, esto es lo mejor de este deporte, que cualquier mejora sobre lo inmediatamente anterior te puede hacer tan feliz como si hubieras batido un record del mundo.

El kilómetro hasta la meta, el último kilómetro, es el más terrible. Sólo quieres acabar, encarar la plaza, la recta de meta aunque sabes que todavía tendrás que callejear un poco. Me he venido arriba, así que meto una marcha más a las piernas y éstas responden. Me veo corriendo rápido, a un ritmo de 4:33 me enteraría después. Los últimos 200 metros son prácticamente al sprint, no quiero que el reloj pase de 1:46:00 y finalmente lo consigo: 1:45:49, a una media de carrera de 5:01 por kilómetro. 1:45:01 en tiempo neto, a 4:59. ¡Síííí!

Me dan la bolsa con la camiseta y el avituallamiento y me encuentro eufórico. Por megafonía suena el «Uptown Funk» de Mark Ronson con Bruno Mars & The Hooligans y soy incapaz de reprimir las ganas de bailar: Don’t believe me, just watch! Hey, hey, hey, oh!

Yes, sir. Garricar is back in town!

XXXI Media Maratón Ciudad de Zamora: la crónica

Tras cuatro años de ausencia, y tras muchos meses sin ponerme un dorsal (desde Nueva York), este domingo volví a correr la Media Maratón de Zamora, justo en mi cuarta participación en una carrera a la que no he llegado en la mejor de las condiciones, por decirlo fino. Si ya intuía que mi actuación podría rozar el ridículo, una extraña y fugaz gasteroenteritis que hizo que doce horas antes de la salida estuviera en cama tiritando, lo dejó prácticamente sentenciado. Así que al contrario de lo que se suele decir, adelantemos acontecimientos y empecemos por el final: peor marca personal (1:56:19), pero además no por unos pocos segundos, no: ¡por casi 6 minutos sobre mi anterior peor registro que databa de la media maratón Villa de Madrid de 2007 (1:50:31)!

Da igual. Mi objetivo era simplemente terminar dado mi estado de forma actual, aunque por supuesto que me hubiera gustado hacerlo mejor, pero de donde no hay no se puede sacar. De hecho ya en la salida me coloqué al final y hasta me atreví a llevarme un viejo teléfono para hacer unas fotos en una carrera en la que iba a más a hacer una tirada larga que a competir.

Creo que en Zamora jamás he repetido el mismo circuito y esta vez tampoco fue una excepción. El año pasado inauguraron el Puente de los Poetas y aprovecharon para cambiarlo y debo decir que ha ganado con el cambio. El anterior de dos vueltas por la carretera de La Aldehuela era como para apestados, para que los colgados esos que corren no dieran mucho la murga y no estorbaran demasiado en la ciudad.

Hoy la Media Maratón sale de la Plaza Mayor, de un entorno que no desmerece a cualquier carrera que se organice en cualquier gran ciudad que cuide a sus corredores y a pesar de estar organizada con medios muy modestos, este año se ha podido llegar a los 800 inscritos de los que 710 llegamos a meta.

Bolsa del corredor
Bolsa del corredor

El sábado fui a la feria del corredor, en la Ciudad Deportiva Municipal. Buena bolsa del corredor con garbanzos, vino y chorizo. La camiseta de mejor calidad que otros años, pero el diseño sigue siendo el mismo, quizá eso debería cambiar. Bueno, y también que sigan dando chip para los cordones cuando todas las pruebas se están pasando al dorsal-chip que es mucho más cómodo para organización y atletas.

Línea de salida, literal.
Línea de salida, literal.

El domingo me acerqué a la Plaza Mayor andando, la salida era a las 11. Buen ambiente por las calles adyacentes. Por allí vi, aunque no saludé, a uno de los atletas blogueros de Zamora que sigo: Alejandro, del blog «Cosas Guays«. También había dos baños portátiles y una furgoneta-ropero. Arco de salida inexistente y la línea de salida era eso: una línea pintada en el suelo, por lo que adiós a tiempos netos en la clasificación. Lo bueno es que siendo 800 participantes tampoco íbamos a tardar mucho en pisar todos esa línea. Como dije, me puse atrás para no entorpecer a los rapidillos. Lo curioso es ver cómo hay rapidillos que se ponen detrás y luego van haciendo eses, dos me pasaron escopetados por la Plaza de la Marina, casi 500 metros después de la salida, cuando el ritmo que llevábamos sería de 5:45 o 5:50. Gente.

Los últimos saliendo de la Plaza Mayor
Los últimos saliendo de la Plaza Mayor (foto: Zamora 24 horas)

Poco a poco mientras salimos de Zamora por la carretera de Tordesillas buscando el carril bici de La Aldehuela voy buscando mi ritmo y me quedo cómodo rodando en torno a los 5:25 el km. No voy adelantando ni me adelantan. Más o menos vamos todos al mismo ritmo. No hay agobios, somos pocos y además ya estoy de la mitad para atrás del pelotón, casi nos sobra espacio. De hecho el carril bici lo compartimos con los ciclistas que vienen de frente y que alguno se piensa que hemos invadido su habitat pues ni toman precauciones ni creas que se apartan un poco para no estorbar. Cosas del recio carácter castellanoleonés. Tontos los hay en todas partes y aquí no podía ser menos.

La Media Maratón por La Aldehuela
La Media Maratón por La Aldehuela

Paso el kilómetro 5 en 27:05 y sobre el 8 y pico alcanzo a Carlos, justo después de haber saludado a Javier, el tío de mi mujer. Carlos es un compañero destinado en Salamanca con el que solía salir a correr por aquí cuando estudiaba la oposición. Me dice que se retira en el kilómetro 10, que el médico no le deja correr más ni hacer mayores esfuerzos. Pero le veo bien, se mueve en ritmos de 5:20. Del kilómetro 9 al 10 hay un duro repecho que lleva desde la zona de la Ciudad Deportiva en La Candelaria hasta la Plaza de La Marina Española y pican un poco las piernas. Pico el 10 en 54:39 (a 27:34 este parcial). Poco antes de coronar definitivamente la cuesta en la Plaza de Alemania veo a mi suegro que está viendo a los corredores. Mucha gente por el centro y «muchos» (en Zamora lo de muchos es relativo) coches atrapados por la carrera. La mayoría con cara de sorpresa, imagino que desconocedores de la carrera (ya os dije yo que la carrera es modesta, tanto que hasta muchos zamoranos no sabían que se iba a celebrar).

Por La Farola (foto: Zamora 24 Horas)
Por La Farola (foto: Zamora 24 Horas)

Después de la cuesta bajamos bordeando la muralla hasta la altura del Castillo por donde nos desviamos a la Carretera de Almaraz a la altura de la fábrica de leche GaZa. De ahí al Puente de los Poetas, por donde nos cruzamos con la cabeza de carrera, los que ya vuelven de la otra orilla del río y entramos en Cabañales, por donde yo jamás había estado ni sabía que existían también unas cuestarracas que casi hacen que me arrastre para llegar al kilómetro 15 (parcial de 5 kilómetros en 27:24). La botella de agua de ese avituallamiento (los está habiendo cada cinco kilómetros) la bebo con gusto aunque con precaución porque tengo el estómago tocado por la gastroenteritis de la noche anterior.

De ahí al kilómetro 20 voy ya fundido. La cuesta me ha dejado tocado. Me encuentro solo, fuera de cualquier grupo, a veces coincido con un corredor de rojo, unas veces le adelanto yo y otras él, pero al final cuando cruzamos el puente de nuevo sobre el kilómetro 18 decido no seguir su estela y que se vaya definitivamente, no tengo el cuerpo para sobreesfuerzos. Llego como puedo al kilómetro 20 (el parcial se me ha ido un poco, a 27:52) y de ahí a meta no queda nada y todo es llano.

A la altura de la Ciudad Deportiva me ve Berta, la prima de mi mujer, y me anima. Va con su tío Martín Ramos, el escalador, que se ha cascado un 1:17:52 a sus 48 años. Un monstruo, Martín. Entro en la pista de atletismo (me gustan las pistas) y no veo a mi familia aunque imagino que andarán por allí porque hay muchos familiares y niños jugando en la hierba. En la recta de meta ya les localizo: mi padre, mi hijo, que me da un abrazo en plena pista pero me dice que no quiere irse a meta corriendo conmigo, Javier, el tío de mi mujer; y mi mujer Cristina. Un alegrón para llegar a meta más contento que unas pascuas y marcarme ese estratosférico 1:56:19.

En meta un par de voluntarios recogían los chips en unas cajas y en unas mesas colocadas en un rincón podías reponer fuerzas con agua, aquarius, manzanas y naranjas. El que quiso también pudo ducharse en los vestuarios del estadio.

En definitiva, una carrera modesta, con un precio modesto (12 euros) pero con un circuito bastante interesante si se saben administrar los dos repechos que tiene (subida a La Marina y Cabañales) y una buena bolsa del corredor. Además nos hizo un buen día, con nubes y claros y sin viento, lo que para Zamora en marzo es todo un día espléndido. 800 corredores que espero que pronto sean 1.000 o más porque la ciudad se lo merece. Ojalá el año que viene pueda volver a estar allí.

 

Recorrido Media Maratón Zamora
Recorrido Media Maratón Zamora

IV Media Maratón Cervantina de Alcalá de Henares

En el año 2007 corrí la primera media maratón de Alcalá de Henares. Aquella edición fue única, se celebró en octubre y los organizadores debieron quedar tan escaldados (supongo que con la autoridad competente) como aquellos que organizaron el Millennium Marathon, tanto que jamás se volvió a celebrar. Fue la primera carrera que corrí después de saber que no había sacado la oposición aquel año, apenas unas horas después de haberme bajado de un avión procedente de Roma. Otra vez el running como terapia, como forma de aclarar la mente. Quizá por eso no tenga demasiados recuerdos de aquella carrera, de su trazado. Recuerdo que salimos del recinto ferial y que la meta estaba en la Plaza de Cervantes. El resto lo he olvidado. Puestos a desempolvar memorias Google me dice que participó Martín Fiz y que quedó tercero y Don Pablo, el alma máter de «Correr te hace Libre», me cuenta de viva voz que también él la disputó. Y esta mañana, calentando todavía vi a un participante con la camiseta conmemorativa de aquel medio maratón de hace ya siete años y pienso que la mía debe andar guardada también en algún cajón por casa.

El tiempo pasó. Al año siguiente aprobé la oposición, pero ya no había media en Alcalá. Tampoco al año siguiente, ni al otro. No fue hasta la primavera del año 2011 cuando volvió a celebrarse la media maratón en Alcalá. La primavera en que nació Mateo. Desde entonces, organizada por el club A.J. Alkalá, tomó el nombre de Media Maratón Cervantina y se ha venido celebrando cada año, ininterrumpidamente, aunque yo no la había vuelto a correr, hasta este año cuando Don Pablo, alcalaíno de pro, me invitó a correrla con los chicos, y habiendo descartado la media de Zamora por logística familiar, no me lo pensé ni un segundo. Y en esta salida hemos vuelto a coincidir los dos en la media de Alcalá, pero no ya como extraños sino como funcionarios y compañeros, y si esta vez nos ha faltado Martín Fiz, al menos hemos fichado para el equipo a Ismael Martínez, nuestro corredor más carismático, y a su guía David Plaza Cervantes que con ese nombre hoy podríamos decir que corría en casa.

Y ya, hablando de lo que fue la carrera decir que el objetivo era entrenar el ritmo de maratón (5’/km) durante la primera de las dos vueltas del circuito y salir en la segunda a por todas con las fuerzas que quedasen. Uno de los chicos de Don Pablo, Héctor, me dijo que quería correrla también a ese ritmo y salimos juntos. Nos situamos a unos 30 metros de la pancarta de salida, encajonados en la calle Mayor, que pensé iba a ser una ratonera, pero supongo que es lo bueno del límite de 1.000 corredores de la carrera, que no hubo agobios en y apenas tardamos 30 segundos en cruzar por el arco de salida, lo que nos permitió, además, no tener que ir los primeros kilómetros recuperando el tiempo perdido.

Empezamos a correr y nuestro ritmo (4’40») era más rápido que el previsto (5’00»), y aunque traté de frenarme no me salía ir tan lento. Es más, estaba muy cómodo rodando así. El caso es que sobre el kilómetro 2 nos encontramos una barrera de unos 4 o 5 corredores del equipo «Alkalá Trotters» que corren en paralelo ocupando de lado a lado la calle. Estoy tentado de rebasarles, pero llevan un ritmo constante que me va bien y me quedo detrás de ellos, a rueda. Un par de kilómetros más adelante pierdo a Héctor, que al final de la carrera, en meta, me contó que le dio un dolor en la espalda del que no se recuperó hasta el kilómetro 10 y aunque tiró fuerte la segunda vuelta ya no me vio.

Seguí a rueda de los chicos del «Alkalá Trotters» y sobre el kilómetro 7 me adelantan un par de corredores con camisetas de «Deportes Evolution» y uno reconoce que la que llevaba yo puesta era la del maratón de Barcelona del año pasado (decidí correr con ella en el último suspiro, sentirme maratoniano, manías de corredor viejuno) y me saluda, me cuenta que él también lo corrió. Van a un ritmo más vivo que nosotros y en unos pocos cientos de metros nos dejan atrás.

Llegamos al kilómetro 10 y voy muy entero. En el avituallamiento se me cae el teléfono y tengo que bajar el ritmo aunque sin parar de correr. Reinicio el cacharro y vuelvo a poner en marcha el Strava y la música. Estoy hasta la coronilla de correr con el teléfono, qué ganas tengo de ahorrar y comprarme un Garmin o un Suunto o un cachivache de esos que lleváis algunos, aunque como me acompañaba también mi incombustible Casio de hace 15 años, seguí marcando los parciales y no perdí mis referencias en ningún momento porque la verdad es que los kilómetros estaban bien marcados en el suelo y los cartelones que los indicaban en la acera se veían perfectamente.

A partir del 11 la cuestión era aguantar o tirar hasta ver dónde llegaba, pero como los «Alkalá Trotters» mantenían el ritmo seguí con ellos hasta el 13 que vi que el grupo empezaba a dividirse, unos quedaron descolgados y dos de ellos se fueron por delante, así que me pegué a los que se iban y seguí su estela calculo que un kilómetro más, hasta el avituallamiento del 14, ahí les rebasé y los perdí. Estuve ya haciendo mi carrera solo, en tierra de nadie, desde entonces. Sobre el 16 uno de los dos ‘Trotter’ me pasó a toda velocidad (además era uno de los que gustaba recortar por las aceras). Pero se le acabó el combustible como a unos 60-70 metros por delante de mí, y se quedó en todo momento a la vista. Así que pensé en mantenerle ahí hasta el último kilómetro para tratar de alcanzarle entonces.

Entrando en meta con Mateo
Entrando en meta con Mateo. Fuente: instagram @cmansog

Sobre el 19 alcancé a los dos chicos de Deportes Evolution, uno se iba quedando y el que había corrido Barcelona trataba de tirar de él, les volví a saludar y a lo mío, tratando de ir pendiente del suelo porque pasábamos por la zona empedrada de la calle Mayor y la perspectiva de torcerse el tobillo por no andar atento no es un pensamiento agradable. Por cierto, llevaba mis Adidas Glide Boost 6 y la verdad es que se portaron muy bien, terminé muy contento de su rendimiento. A la llegada a la plaza Cervantes pico el kilómetro 20 y todavía queda un kilómetro de callejeo extra para completar la distancia. Trato de que no se me vaya el Trotter. Pasamos por delante de la impresionante fachada de la Universidad Cisneriana y desembocamos de nuevo en la plaza por otra calle. En la acera veo a Cristina, mi mujer, y a mi hijo Mateo, me paro a darles un beso y le digo a mi mujer que me acerque al niño por el otro lado de la plaza para entrar con él en meta. Ya paso del ‘trotter’ y de tiempos y de todo. Sólo quiero entrar con mi hijo. Corro despacito hasta el otro lado, le espero y le agarro de la mano. Apenas quedan 60-70 metros. Al principio va con una sonrisa de oreja a oreja, corriendo y con la lengua fuera, pero a los 40 o 50 metros ya empieza a estar harto y me mira como diciendo a dónde demonios vamos, jajaja. Entramos andando bajo el arco de meta cuando el reloj oficial marca 1 hora, 39 minutos y 8 segundos.

Conclusión. Magnífica carrera, mucho más llana que Getafe, probablemente la media más llana que haya corrido jamás. Magnífico día para correr: sol pero con temperaturas no muy altas. Los puntos más negativos quizá sean la zona de la calle Ávila, en la que hay que compartir uno de los dos carriles con coches (en la segunda vuelta sobre todo se notó mucho el olor a tubo de escape) y el adoquín de la calle Mayor. Una media para tener en cuenta de ahora en adelante.

Reflexión personal: parece que los entrenos van dando sus frutos. Esta es la carrera que yo había soñado en Getafe, lo que pasa es que el cuerpo entonces no estaba preparado y sufrí lo que no estaba escrito y me frustré por no haber bajado entonces de 1:40′. No había para más. Hoy, por el contrario, sin sufrir, reteniéndome en los primeros kilómetros, he bajado sobradamente de 1:39′ en tiempo neto con parada para saludar a la familia incluída y entrando a paso de niño de 3 años en meta. Enorme inyección de moral a cuatro semanas de terminar la preparación del maratón. Parece que las cosas van como debieran. Veremos qué pasa el 27 de abril. Salvo sorpresas de última hora no me volveré a colocar ningún dorsal hasta ese día. La semana que viene trataré de hacer una súper tirada larga y a partir de entonces bajar el pistón para llegar a la salida del Mapoma con hambre de kilómetros.

PD: Dar las gracias y pedir perdón al grupito de «Alkalá Trotters» con los que coincidí por haber ido con ellos «chupando rueda» durante tantos kilómetros, espero que todos hayáis conseguido vuestros objetivos.

Media Maratón de Fuencarral-El Pardo 2014

Cartel Media Maratón Fuencarral-El Pardo
Cartel Media Maratón Fuencarral-El Pardo

Le tenía ganas a esta carrera y a mediados de semana decidí encajarla como la tirada larga semanal en mi plan para el Maratón de Madrid. De todas formas, quiero parar esta fiebre de ponerme cada domingo un dorsal. Yo nunca he sido un competidor y me ha gustado mucho más ir a mi bola, entrenar a mi ritmo, sin dejarme llevar por la vorágine de la competición que siempre acelera demasiado los ritmos. En anteriores ocasiones he podido competir como mucho dos veces antes del maratón: un 10k por diversión y una media en las 3 o 4 semanas previas al maratón para comprobar sensaciones y estado de forma.

Este año, sin embargo, llevo seis semanas de entreno y en cuatro he competido. Así que de aquí al maratón sólo tengo intención de participar en la Carrera del Taller, porque ya estoy inscrito, y, si puedo, la Media de Zamora que me apetece mucho (aunque seguramente esté difícil porque mi mujer trabaja y tendré que cuidar de Mateo ese finde).

Volvamos a la carrera. Tenía entendido que era una carrera difícil, con muchas cuestas, de ahí mi interés, porque creo que gano más forma, más resistencia, en un circuito así que en uno llano como el de Getafe. Así que la idea era rodar a ritmo de maratón (5 min./km) en la primera parte, hasta el km. 12 y en cuanto se pusieran las cosas mal dadas bajar a 5’20″/km, que es el ritmo que ahora llevo en los rodajes largos, hasta la meta.

Las previsiones meteorológicas el día antes no eran halagüeñas pero afortunadamente a la hora de la salida, a pesar de estar nublado, el frío no era excesivo y no llovía. Aun así, calentando eché de menos los guantes que había dejado con el resto de cosas en el ropero. La recogida de dorsal y la entrega de la ropa muy bien organizadas, con mucho espacio.

Sin embargo, la salida fue un caos. Éramos 3.000 personas, que tampoco son tantas, pero se sale de un camino en un parque que limita con la pista de atletismo y era muy estrecho. Yo me pondría a 35-40 metros del arco de salida, no más, pero tardé casi tres minutos en pasar por debajo de él. Y el primer kilómetro por las calles de Fuencarral, un horror: tardé más de ocho minutos en completarlo desde el disparo de salida. No entiendo el afán de la gente por salir delante del todo. Hay un señoruco con una camiseta del Bansander (o algo así) al que he adelantado en todas las carreras que se han hecho en Madrid antes del kilómetro 3. Y yo no soy un Sputnik. Y si sólo fuera él…

Ese km 1 me descolocó porque me obligaba a correr mucho para recuperar todo el tiempo perdido. Desde el km 2 iba picando en 4’40» el km, salvo el 4 que hago una «parada técnica» y se me va a 5’20». Me encuentro bien y continúo a esa velocidad, total -pienso- «ya lo pagaré en las cuestas pero lo que adelante ahora ya lo llevo ganado. Tampoco creo que me venga abajo como para hacer 7′ por kilómetro».

El tramo de Herrera Oria es horrible de feo, una de esas calles de dos carriles por sentido con una pequeña mediana y que en día de diario los coches te pasan a toda velocidad. La avenida va haciendo toboganes pero claramente el desnivel es negativo. La cosa cambia cuando tomamos la carretera de El Pardo. El paisaje se convierte en monte bajo y encinas. La verdad es que daba gusto correr por ahí. Todos esos kilómetros pican hacia arriba pero de forma tendida, el ritmo por debajo de los 5’/km se mantiene fácilmente. Por casualidad estoy entre 4 o 5 chicas (aparte de un montón de tíos, no penséis mal) y observo sus piques, no llevan bien eso de que otra les adelante y tratan de recuperar la posición como sea.

Así llegamos al kilómetro 12, en las inmediaciones del Palacio de El Pardo (sí, el de Franco) y el cielo claramente amenaza agua. Al final de un cuartel se gira a la derecha siguiendo su tapia y ¡empieza lo bueno! La madre que parió a la cuesta. Por fortuna no dura más que 400 o 500 metros y la carretera vuelve a dar un respiro cuesta abajo para recuperar el aliento. El ritmo por kilómetro aumenta y en el kilómetro 14 llega una subida prolongada y tendida que poco a poco empieza a inclinarse más,  y más, y más. Empiezo a sufrir, como en un maratón, y también a adelantar gente que se pone a caminar directamente. Yo tiro de mi motorcillo diésel y pasito a pasito, bajo la cabeza y tiro para arriba sin dejar de correr. Me voy a 5’45». Son mis peores momentos. Pero cuando llegamos al km 16 oigo a un espectador que nos anima (de los pocos que encontramos esa mañana) decir que lo peor ya ha pasado. Y era verdad. Del 16 al 18 todo es cuesta abajo y vuelven los ritmos altos. Es curioso, a esas alturas de la carrera, en Getafe, me había tenido que tomar un gel y estaba reventado, sin embargo aquí entre el 17 y el 18 hago mi kilómetro más rápido habiendo bebido sólo agua (hubo tres avituallamientos, no dos como en Getafe). Disfruto hasta de las vistas espectaculares sobre Madrid. Montecarmelo se divisa a lo lejos… y está en lo alto. Efectivamente, del 18 al 19 toca subida otra vez. Pasamos por ese nuevo barrio sin pena ni gloria pues apenas hay gente en la calle y volvemos a descender para llegar al kilómetro 20 y volver a subir hasta Fuencarral otros 500 metros, cuando el cuerpo ya no está para tonterías. En esa subida la lluvia empieza a caer, menos mal que en un par de minutos todo habrá acabado.

Entro en la pista de atletismo del Santa Ana, miro el reloj y acelero para bajar de 1:46. Al final 1:45:59 tiempo oficial (1:43:23 neto). Un poco peor que en Getafe pero con muchas mejores sensaciones y, teniendo en cuenta la dureza del trazado, mejor carrera.

Nos mojamos un poco tras cruzar la meta esperando a bolsa del corredor y la camiseta pero el cero para la organización se lo pongo por no haber tenido en cuenta la lluvia y dejar el ropero al raso con las bolsas de los corredores empapándose. Yo tuve suerte porque la recogí justo cuando empezaba a arreciar, pero los pobres que vinieran detrás… Podían haberlas tapado con unos plásticos, al menos.

Contento más que por el resultado, por las sensaciones. Creo que voy por el buen camino aunque ahora, como dije, quiero parar un poco y dejarme de tanto dorsal.