El miedo al ridículo

Mucha de la gente que se acerca a esto del running más pronto que tarde se siente con ganas de participar en la multitud de carreras que se organizan fin de semana sí y fin de semana también, pero hay algo que les echa para atrás y suelen confesártelo en cuanto surge la ocasión: «¿Y si llego el último?»

El miedo al ridículo. El mero hecho de pensar que puedes ser el hazmerreír de todos nos aterroriza a la mayoría de los españoles. Desde pequeños, ya en el cole, cuando la profesora pedía voluntarios para salir a la pizarra ¿cuántos levantaban la mano? En mi clase, ninguno. No sólo eso, sino que la mayoría bajábamos la cabeza y hacíamos como si estuviéramos repasando los apuntes o recogiendo un boli del suelo. No sé si a vosotros os pasaba. Imagino que sí, porque fue pasar del cole al insti y la cosa no cambió a pesar de que los compañeros eran otros. Y otro tanto sucedió a la hora de ir a la universidad. Otra cosa es que tuvieras un compañero de pupitre un poco cabroncete que tratara de hacer que levantases el brazo con cualquier artimaña, lo que provocaba acabárais peleando y montando bulla y que la profesora al darse cuenta gritara: «¡Merchán y Garrido, que parece que tenéis muchas ganas de hablar, a la pizarra!». Quizá aquí el ejemplo sobre el miedo al ridículo deja de tener sentido porque ya todos sabíamos que la profesora iba a hacer leña del árbol caído: «¡Venga, que vais a explicarnos lo que vimos el último día en clase!» Es decir, que interiorizábamos que íbamos a hacer el ridículo y los camaradas en sus pupitres sabían que iban a disfrutar del espectáculo. Finalmente el tema se solucionaba con el reconocimiento por nuestra parte de que no habíamos estudiado, de que no teníamos ni idea y de que no tenía sentido continuar con la farsa. La profesora nos despedía con cajas destempladas  y acababa advirtiéndonos que el próximo día volveríamos a salir. Por supuesto aquello no pasaba nunca porque los dos payasos de la clase no volvíamos en una semana (o dos) hasta que a la profa se le olvidaba.

Volviendo al running, a los nuevos siempre se les tranquiliza diciendo que a las carreras se apunta mucha gente, de todos los niveles, y que es muy, muy difícil llegar el último. Casi tanto como ganar. Que lo importante es participar, divertirse y tratar de competir con uno mismo. Y en líneas generales es verdad. De hecho yo estaba convencido de ello. Probablemente, con mis marcas que se han movido siempre en unos registros medios, nunca me iba a ver en el caso de llegar el último, salvo lesión o desastre. Pues bien. Me equivoqué.

San Silvestre de Zamora 2005. Por ahí detras ando.
San Silvestre de Zamora 2005. Por ahí detras ando.

En mala hora, el 31 de diciembre de 2005 decidí correr la San Silvestre en Zamora que, por aquella época, consistía en dar tres o cuatro vueltas al Centro Comercial que patrocinaba la carrera. Yo ya había corrido un par de San Silvestres vallecanas y, bueno, esperaba lo mismo que se organizaba en Madrid pero con unas dimensiones más reducidas, como es lógico en una ciudad de 65.000 habitantes. Recuerdo que aquella tarde bajé con tiempo al Centro Comercial Valderaduey y, bueno, ya se veía que ambiente popular había poco, pero es que cuando hubo que vestirse de corto yo creo que en la salida no éramos ni treinta participantes. Vi, además, que tenían pinta de «galgos» y no me equivoqué porque en cuanto dieron el pistoletazo salieron como almas que lleva el diablo. Digo salieron porque yo me puse a cola de grupo sabedor de que aquella guerra no iba conmigo. En el primer giro ya les perdi de vista a todos menos a uno que debía andar tan equivocado de sitio como yo. Estuve dos vueltas a su rueda ,viendo como a los primeros les dio tiempo hasta a doblarnos, y en la última el muy ingrato me esprintó y tampoco lo volví a ver más. Así que entré en meta el último, destacado, para regocijo de mi mujer, sus tíos y hasta mi suegro que se había acercado a ver la carrera. ¿Pero sabéis qué pasó? Pues lo mismo que cuando salíamos a la pizarra, lo mismo que cuando hablas en inglés sin saber si lo estás haciendo bien, lo mismo que cuando te atreves a bailar un vals siendo un patoso. Nada. No pasó nada. Una carrera más, la sensación de haber hecho los deberes y sobre todo nada que una ducha caliente, una buena cena y doce campanadas para acabar el año como se merece no te ayuden a olvidar.

– «¿Y si llego el último?»

– «¿Si llegas el último…? Probablemente, te reirás».

7 comentarios en “El miedo al ridículo

  1. Carlos, exactamente lo mismo me paso a mi, llegue el ultimo en mi primera carrera de esta nueva etapa, en el 2006 y el penultimo fue un hombre de 80 años que me saco 2 minutos, en la siguiente carrera llegue el ultimo tambien y tambien me gano ese hombre y a la tercera fue la vencida y ya logre no quedar el ultimo. Como bien dices puede ser tan complicado quedar el primero como el ultimo, sobretodo si te apuntas a la San Silvestre de Madrid que hay muchos caminantes,pero hay que olvidarse de verguenzas y disfrutar la vida, que son dos dias, que mas da lo que digan de nosotros,ande yo caliente y riase la gente.Todavia el año pasado llegue varias veces el ultimo y tan pancho, eso si dejandome los higadillos no corriendo en plan paseo placentero, pero es lo que hay cuando se esta en nula forma. Este año parece que la cosa va mejor y he logrado siempre eludir la ultima plaza y hasta llegar con los del medio, casi un milagro. MUy bonito post y tu mirate como has avanzado…

    1. Esa es la actitud, Rafa! Que llegamos los últimos, bueno, ¿y qué? Hay cosas peores y aunque nos parezca que eso va a aparecer publicado en primera plana de los periódicos, la verdad es que la final no le importa a nadie. Es más, muchas veces ver llegar al último es mucho más emotivo que ver entrar al primero 🙂

  2. Toda la razón del mundo Carlos. Pero creo que esto de las carreras populares el ambiente es totalmente diferente, la gente anima del primero al ultimo y eso hace que se le quite la vergüenza a cualquiera. Sera un buen punto para empezar a cambiar la mentalidad de este país.

  3. Yo he llegado el último en varias carreras y la verdad no me preocupa en absoluto, en todas las carreras alguien tiene que ser el último y normalmente cuanto más dura es la carrera más le aplauden, incluso más que al primero 🙂

    1. Es que no debería preocupar, verdad? Pero yo sí he notado ese rollo en gente que se acerca al mundillo y de ahí el post, para hacerles ver que no pasa nada! Un abrazo Antonio.

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