Este lunes pregunté a mi compañero de trabajo, Diego, también corredor, qué tal se le había dado la Media Maratón de Guadalajara que se había disputado un día antes. Me contestó que, bueno, que la había terminado, pero que después de un avituallamiento lo había pasado muy mal y añadió, muy serio, que le había dado un «Pastora Soler». Yo creo que mis risas se debieron escuchar hasta en el despacho del Director.

A estas alturas, pocos desconoceréis quién es Pastora Soler porque la noticia de su retirada por problemas de pánico a los escenarios fue ampliamente comentada por los medios de comunicación, y porque todavía fue más ampliamente difundido el uso que le dio a su nombre Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid cuando, al finalizar, se dirigió al público para decirles que no habría bises porque se sentía mal y añadió que le había dado un «Pastora Soler«. Es impresionante la caja de resonancia que suponen los medios y el eco que suponen las redes sociales: seguro que si no viste los telediarios, te acabarías enterando por Twitter o Facebook y comentándolo después en tu trabajo, en el bar o en el gimnasio. La importancia de los medios de comunicación no es de ahora, hace muchos años recuerdo que trabajaba como teleoperador en aquella compañía de teléfonos que se llamaba Airtel, la actual Vodafone. Pues bien, para la campaña de Navidad hicieron un anuncio publicitario que se hizo tan famoso que cada dos por tres nos llamaban por teléfono para decir aquello de: «Hola, soy Edu, Feliz Navidad», Supongo que desde su punto de vista debía ser una broma genial, superdivertida y superoriginal. Lo que ellos no sabían es que cuando te hacen la misma broma 30 o 40 personas al día, cansa. Pero bueno, nosotros solíamos contestar: «sabe que el teléfono al que está llamando no es gratuito, ¿verdad?» Y ni Edu, ni feliz Navidad ni leches, el cliente colgaba inmediatamente sin despedirse siquiera. Y a otra cosa.
Pero volviendo al tema, cuando no existía todo este tinglado mediático también necesitábamos una expresión que reflerara esa misma sensación física de parálisis, de no poder completar lo previsto por un ataque de pánico irracional y repentino. Recuerdo que cuando era pequeño, y aún prestaba algo de atención al fútbol, se popularizó la expresión «miedo escénico» aplicada al deporte (fue la época de las remontadas europeas del Real Madrid, el famoso «miedo escénico» del Bernabéu). Más tarde, en la época del Bachillerato (el de BUP, no el de la LOGSE, o LODE, o LOE o lo que narices sea ahora), aprendimos algo mucho más cultureta, aquello del «síndrome de Stendhal» y así si nos acobardábamos en la discoteca y finalmente no entrábamos a las tías que nos gustaban en la discoteca de turno (normalmente las que llevaban la falda más corta y más capas de pintura encima que una puerta) era porque nos había dado el «síndrome de Stendhal» y habíamos sucumbido ante tanta «belleza».
El auge del Tour de Francia en España se produjo a finales de los 80 y principios de los 90 y el ciclismo también nos trajo un nuevo vocablo: la famosa «pájara«, que es lo que solía darle a Perico Delgado en alguna etapa importante que le hacía perder toda opción a alzarse con el triunfo .
Y, finalmente para mí, llegó la época maratoniana y el famoso «muro» con el que muchos corredores nos estrellamos («hit the wall«, que le llaman los anglosajones -esto lo he aprendido en Nueva York, en el último maratón-) cuando llevamos más de tres horas seguidas corriendo y ya no tenemos fuerzas de donde tirar.
Pero gracias al impulso de la tele y al buen hacer de Sabina como acuñador de expresiones, hoy ya tenemos un nuevo término «para gobernarlos a todos». Y así, a los artistas en general les dará un «Pastora Soler» en el escenario, los rivales del Madrid en el Bernabéu sucumbirán de «Pastora Soler», los chavales tímidos en las discos sucumbirán de «Pastora Soler» al acercarse a la muchachita que les gusta, a los ciclistas les entrará un «Pastora Soler» subiendo el Tourmalet y los maratonianos, como mi compañero Diego, como yo, nos estrellaremos contra un «Pastora Soler» en las carreras y no nos quedará más remedio que parar a caminar.
Todo será un «Pastora Soler», excepto a la pobre Pastora Soler que, tan antiguos como sus coplas, le seguirán dando «patatuses«.
😉
Feliz Navidad a todos.