V Villa de Torrejón 10K (2023)

Cartel 10K V Villa de Torrejón

De vez en cuando me gusta volver a carreras en las que hace tiempo participé. Este año le ha tocado a estos 10K de Torrejón de Ardoz que corrí en 2019, que han perdido el pomposo «Running Music» del título y lo celebro.

Aquel año dicen que participamos 1600 corredores. Este año, reglamentariamente había un límite de 1800, aunque finalmente las inscripciones parece que no llegaron a 1400, de los que llegados a meta fuimos unos 1150. Parece que tras el COVID-19, las cifras de participantes no acaban de recuperarse del todo, y lo celebro, a ver si así los organizadores empiezan a olvidarse de esos malditos tramos de subida de precio en función de la cercanía de la fecha de celebración de la prueba. Y no lo digo particularmente por Torrejón, que sí tenía un tramo, pero pasaba de 8 a 10 euros. Es decir, que incluso en el tramo alto, Torrejón sigue siendo uno de los 10K más asequibles en precio de Madrid.

Del circuito y la organización no voy a decir nada nuevo a lo que ya dije en 2019. La carrera sigue bien organizada, con el mismo circuito que, si bien no es bonito, es relativamente llano y está bien medido, con los puntos kilométricos visibles y en su sitio. Tengo que decir que este año no sufrí la desorganización del avituallamiento del kilómetro 5 que comenté hace cuatro años y pude conseguir mi botellita de agua sin agobios ni aprietos. Punto para Torrejón. La recogida de dorsales, como hace cuatro años, tiene que ser antes del día de la prueba, aunque es verdad que este año estaba permitido recogerlos el mismo día a los inscritos no residentes en las provincias de Madrid y Guadalajara. Vaya. Aunque lo entiendo y cada vez más organizadores de carreras recurren a esa vía, sobre todo si los voluntarios son pocos y el día de la carrera hay muchas tareas que atender.

La bolsa del corredor no tenía más que el dorsal, la camiseta y la bolsa de tela reutilizable. Si bien es verdad que en meta nos dieron agua, plátano, un tubular para el cuello, un boli, una muestra de crema y un ¡Aquarius! (que al precio que tienen en el súper empiezo a pensar que son un auténtico artículo de lujo).

Como hace cuatro años, corrí con mi compañero Diego, aunque esta vez nos separamos al principio pues él no venía en un gran momento de forma. Yo acababa también de salir de un gripazo, pero me sentí animado desde el principio y al final acabé en 49:09 (47:52 en tiempo neto), un minuto mejor que en 2019 y más o menos la misma marca que he venido haciendo en los últimos 10K.

Por último, al perder el apellido «Running Music», se ha perdido también el concierto fin de fiesta de línea de meta. Pero así como no lo valoré hace cuatro años porque no me interesaba, tampoco lo he echado de menos este año.

En conclusión, una muy buena carrera, a buen precio, que ha mejorado sensiblemente aquel error del avituallamiento, aunque haya perdido la animación de los conciertos en meta. Quizá el circuito se pueda mejorar algo. A lo mejor se podría cruzar el Parque Europa en vez de subir la calle Hierro y hacerlo un poco más agradable.

Próximo objetivo: media maratón de Alcalá.

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