On an Island in the Sun

We’ll run away together
We’ll spend some time forever
We’ll never feel bad anymore

Pues sí, caballeros (y señoras), hoy se acaba el curro y comienzan las vacaciones. El domingo estaré “on an island in the sun” aunque no sé si tendré como banda sonora la canción de Weezer. Me temo que con Mateo al lado, estaré más cerca de la “Caca de Colores” de Siniestro Total que del power pop de los californianos. Es igual, lo que importa es la “island” y el “sun”. Cuando yo era peque, vacaciones de verano pillaba pocas con mi familia: sin abuelos en el pueblo y con el sueldo de un ferroviario a ver qué podían hacer mis padres con tres niños en verano…  si acaso llevarnos de cuando en cuando a la piscina municipal; pero ahora no pierdo oportunidad de disfrutarlas. Me encanta el mar, tumbarme en una hamaca a leer un libro (si lo encuentro en el aeropuerto tengo ganas de que este verano caiga “Lo que te hace Grande” de Valentí Sanjuan), pasar tiempo con mi mujer y mi hijo y no tener que trabajar. ¡El no tener que trabajar es delicioso!

Además en mi preparación para el maratón de otoño, mi Road To Chicago particular, estas dos semanas en Canarias van a suponer un desahogo porque con la ola de calor que hemos sufrido en Madrid en julio el único momento del día en el que a mi entender se podía entrenar medio regular era al despuntar el día. Así que he tenido que estar levantándome a las 5:30 para poder entrenar y después entrar a trabajar. Y eso no es sano. No ya por el poco descanso y el mucho sueño atrasado sino, sobre todo, porque a esas horas intempestivas es que es de noche ciego, vamos que no se ve nada si te apartas de las farolas,  y entre que no tengo frontal y que soy un poco miope algún día me voy a dejar los piños contra el suelo en un mal paso.

A tus amaneceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino
A tus amaneceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino

Estos quince días mi intención es la de seguir saliendo a correr a primera hora de la mañana y luego poder disfrutar todo el día con mi familia, pero por lo menos aguantar en cama hasta que claree y pueda ver por dónde voy (aparte de lo bonitos que son los amaneceres al lado del mar –ya caerá alguna foto para el Instagram-). Así que tampoco daré mucho la turra con mis entrenos por aquí. No ya por las vacaciones, sino porque me cuesta ponerme a contar si entreno, cuánto entreno o cómo entreno, no me apetece nada. De hecho estoy por la semana 6 del plan para Chicago y ni siquiera he comentado nada de qué tal me estoy portando o qué tal va saliendo. Voy a tratar de apañarlo con un pequeño resumen casi a modo de telegrama: estoy metiendo mucho más volumen de kilómetros que nunca, pero voy a ritmos más lentos; peso 2 kilos más que el año pasado cuando preparaba Mapoma (y que no hay forma de bajarlos, oiga) y, por último, hace dos semanas me pegó un pinchazo el gemelo derecho yo creo que por querer cambiar de pisada para aterrizar más con el antepié así que paré tres días y al reanudar los entrenos he vuelto a talonear, pero como hay Dios… y sin novedad hasta la fecha (después de 17 años corriendo de una determinada manera, quién me mandaba a mí ponerme a hacer experimentos).

Y eso es todo. Que lo paséis muy bien si también os tomáis unos días de asueto, mucha fuerza a los que se reincorporan al trabajo y, bueno, que si veis a un corredor bajito, poco pelo, con barriguilla cervecera y corriendo lento por la zona de Maspalomas, saludad que seguro que seré yo. 😉

Felices vacaciones.