Garrirunner

Hace muchos años que para mí correr dejó de ser un esfuerzo o un castigo para ser un hábito, una actividad naturalmente anclada a mi vida. Igual que el que se levanta y desayuna yo me levanto, me pongo las zapatillas y salgo a corretear por las calles. No me cuesta ni le doy mayor importancia, salvo cuando preparo un maratón que, entonces sí, toca entrenar. El resto del año no me preocupo excesivamente de si hace varios días que no salgo o, al contrario, de si llevo corriendo diez días seguidos. Sé que correr va a estar ahí, al alcance de mis piernas, mientras me respete la salud. Pero una vez me quito las zapas y me ducho yo soy otra persona que no puedo definir como corredor. O dicho de otra forma, no puedo ser corredor siempre. En mi trabajo soy un compañero, en mi casa soy padre y marido, en los exámenes soy un estudiante y en el supermercado soy un cliente. ¿Es más importante para mí correr un maratón que aprobar un examen o que llevar a mi hijo al parque? No lo creo. Todo tiene su momento y su lugar. Cuando se acerca un examen hay que estudiar, cuando se acaba la comida (mejor antes) hay que ir a comprar y cuando se acerca un maratón hay que entrenar. Y todo eso, junto y convenientemente mezclado, soy yo y es mi vida. Quizá no la mejor, pero sí la que he elegido y con la que disfruto.

Y digo esto porque me he dado cuenta de que mucha gente en redes en redes sociales destaca de su perfil una sola dimensión, quizá con la que más se identifican: runners, triatletas, ciclistas… o cinéfilos, fotógrafos, amantes del café, de los gatos, de los viajes o qué sé yo cuántas más puedes encontrar. Quizá eso sea bueno tanto para encontrar referentes (los famosos influencers) como para conocer a gente con la misma afición o el mismo interés, seguirse mutuamente y compartir conocimientos y experiencia.

Lo entiendo. Pero no lo quiero para mí. Supondría reducirme tanto que me vería obligado a dar de alta un perfil por cada una de mis aficiones y tendría que desdoblar mi personalidad en tantas partes como perfiles hubiera creado. Y sería completamente absurdo porque al final dejaría de ser yo. Así que hace ya mucho tiempo que decidí que no. Que yo sería yo para lo bueno y para lo malo y que aun entendiendo que al que le guste el running no tienen por qué gustarle las series de televisión o los trenes, eso no iba a hacer que me “especializara” y que seguiría colgando en Instagram, por ejemplo, lo que me “saliera del alma” así fuera un atardecer, el último libro que hubiera leído o mis zapatillas de running.

Pero lo que nunca, nunca voy a hacer es dejar de ser garricar para convertirme en garrirunner.

Felices kilómetros.

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