Hace tiempo escribí sobre el primer maratoniano español en acudir a unos Juegos: el aragonés Dionisio Carreras. Y hablaba de los pioneros del atletismo y llegué a la conclusión de que eran unos naturales, atletas genéticamente dotados para el deporte, como el «Campana», y que en buena medida podríamos identificar con la élite del atletismo actual aunque en buena medida procedían del pueblo llano, de las corridas de pollos o de las carreras pedestres.
Pero todo eso me hizo preguntarme por los corredores populares de principios del siglo XX. ¿Quiénes eran? ¿Por dónde corrían? O, simplemente, ¿existían?
Yo soy muy aficionado a la historia de Madrid. Me encanta el blog de Historias Matritenses y las fotos que cuelgan en su grupo de Facebook y siempre me ha llamado la atención que en esas viejas fotos de las calles de Madrid nunca ha salido retratada gente corriendo. Supongo que en aquella época, por el contexto histórico que vivíamos, la gente estaba más preocupada por sobrevivir que por hacer deporte.

Pero tenía que haber gente que hacía deporte, seguro, y fue un capítulo de la serie de televisión «El Ministerio del Tiempo» el que me dio la pista definitiva al dedicar un capítulo a la Residencia de Estudiantes y representar al Luis Buñuel de la época como un entregado deportista.
La Residencia de Estudiantes era un lugar de acomodo de hijos de familias bien que venían a cursar estudios universitarios en Madrid, no lo olvidemos; y estaba muy influenciada por la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos. Así que no ha de sorprender que se fomentara el deporte en sus instalaciones puesto que Giner de los Ríos mantuvo una relación epistolar intensa con Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la era moderna y, como pedagogo, fanático defensor de la importancia del deporte en la escuela y su inclusión obligatoria en los planes de estudio.
Pero a lo que íbamos. ¿Fue Buñuel un runner? Pues parece ser que sí. En su autobiografía «Mi Último Suspiro» recuerda: «Muchos días, yo salía por la mañana a hacer footing con Johnson y Lorenzana (unos boxeadores). Íbamos desde el «Palace» hasta el hipódromo, situado a tres o cuatro kilómetros». Para los que no seais de Madrid, Buñuel habla del antiguo hipódromo, el que existía donde hoy se erige el complejo de Nuevos Ministerios, muy cerca de la plaza de San Juan de la Cruz y de la Residencia de Estudiantes donde él vivía. Supongo que si en los años 70 a los primeros corredores populares les llamaban de todo, no quiero ni imaginar qué no les dirían a estos tres corriendo Castellana arriba en los años 20. Tampoco creo que le importase mucho a un tipo que se disfrazaba de cura, de obrero, de alférez de Sanidad o de bedel de Farmacia tan sólo por provocar.

No sé de donde le vendría la afición por el deporte a Buñuel, ni tampoco si conocía a Dionisio Carreras, que era aragonés como él, aunque diez años mayor. Pero seguro que en su pueblo, Calanda, durante las fiestas de San Roque, habría presenciado alguna que otra corrida de pollos puesto que eran tradicionales. El caso es que se convirtió en un atleta muy constante aunque como él decía, poco talentoso (quizá lo hubiera sido un poquito si no le hubiese gustado tanto el tabaco, el alcohol y las mujeres): «Cada mañana, con calzón corto y descalzo, incluso con el suelo cubierto de escarcha, corría por un campo de entrenamiento de la Caballería de la Guardia Civil. Fundé el equipo de atletismo del colegio, que tomó parte en varios torneos universitarios». Tampoco he encontrado ningún dato de esos torneos universitarios de atletismo, pero la afición de Buñuel a madrugar para salir a correr ¡y descalzo! (¿a quién le parece ahora eso del barefoot una moda moderna?) es legendaria. José Moreno Villa le recordaba con estas palabras: «No paraba nunca. Desde muy temprano le veíamos semidesnudo salir con la pértiga a saltar en las mañanas más crudas de Madrid». Y Paquito García Lorca, el hermano de Federico, con quien compartía afición al deporte, decía que sus primeros recuerdos de la Residencia eran «levantarse muy temprano y salir a correr y a saltar». Y añade una anécdota de cuando las inspecciones en la época de la dictadura de Primo de Rivera eran frecuentes y relata que, al parecer, que un preboste del directorio militar se presentó en la Residencia a eso de las siete de la mañana para supervisar todo aquello y acompañado del director del centro, se cruzaron con un joven haciendo ejercicios calisténicos, busto desnudo, en pleno enero. El inspector se le quedó mirando, empavado, y le salió del alma: «¡Muy bien, muy bien! ¡Así se forja una juventud fuerte!» Por supuesto, el joven deportista que salvó aquella fría mañana de enero la Residencia de Estudiantes fue un runner, el primer runner español de la era moderna: Luis Buñuel.
Que grande…curioso esto de Buñuel…gran entrada Carlos, bien trabajada.
Un abrazo.
Gracias, Rafa. Muy curiosa historia, sí. Gracias por comentar. Un abrazo.